Villa Sesom: una casa «a lo Mies» en Girona.
El fuerte desnivel y la integración topográfica son los puntos de partida de esta casa en Caldes de Malavella. Incrustada en el terreno, su única fachada a la calle es la cubierta de hormigón. Un proyecto de Jaime Prous Architects.
Villa Sesom
Al estilo de Mies van der Rohe, la Villa Sesom juega con el hormigón, el vidrio y los patios para abrirse al impresionante entorno que la rodea: el PGA Catalunya Golf Resort de Caldes de Malavella.
Comprimido entre los dos planos horizontales de la cubierta y el suelo, su interior alberga un espacio infinito en otro finito. Dentro, una secuencia de patios y planos acristalados genera un sorprendente juego de reflejos y vistas cruzadas.
Caleidoscopio de reflejos
Convertida en un caleidoscopio de reflejos desde donde se atisba el verde paisaje, la casa logra así incorporar el exterior en el interior, confundiendo al usuario, que no sabe si está fuera o dentro.
Sin puertas ni paredes convencionales, nada separa estancias ni usos de forma precisa. Sólo cinco cajas oscuras, dispuestas aparentemente al azar, ordenan el espacio. Puertas modelo Graphis de Rimadesio dan acceso a las estancias más privadas, como los baños o las zonas de almacenamiento.
«Para acceder a la casa hay que adentrarse en la tierra», señalan desde Jaime Prous Architects. Una sensación potenciada aquí por los muros de contención que se funden con el color de la arcilla y penetran en el interior.
Una gran isla con canto laminado en color blanco alpino preside la cocina, equipada con el sistema B3 de Bulthaup.
La cubierta, única fachada desde la calle
Única fachada desde la calle, la losa que define la cubierta de hormigón levita ingrávida por encima del espacio habitable, apoyada en la apenas perceptible envolvente de vidrio. Para potenciar el efecto, se ha optado por una carpintería empotrada de Cortizo.
La intervención juega con contrastes y opuestos: la fluidez de la losa de hormigón frente a la rugosidad de los muros de piedra de travertino a corte de sierra natural; o la fluidez de los espacios con la hermeticidad de las cajas.
Con una superficie de 300m2, el proyecto explora formas más distendidas de habitar, en relación con la naturaleza y sin renunciar al confort que la tecnología ofrece.
Fotografía Adrià Goula