El buen diseño se instala en el MoMA.
La revista Time se hacía eco en 1953 de una de las exposiciones de Good Design del Museo de Arte Moderno de la Gran Manzana con la pregunta retórica «¿Hay arte en una escoba?» Respondían desde el MoMA una afirmación rotunda: claro que sí, «si está diseñada para ser útil y atractiva». La pregunta hace referencia a qué se considera un buen diseño. Que lleva a la duda ¿cómo puede mejorar la vida cotidiana?
La muestra explora así el potencial de democratización del diseño. Presentando objetos que van desde muebles a electrodomésticos. Pasando por cerámicas, vidrio, productos electrónicos, diseño de transporte, artículos deportivos, juguetes y gráficos.
Forma + Función = Buen diseño
El arquitecto Louis Henry Sullivan fue el que acuñó una verdad que se manifiesta en cada diseño industrial: form follows function, la forma sigue a la función.
El primer autor de rascacielos y maestro de Frank Lloyd Wright sentó así las bases del funcionalismo que definió el diseño de producto en contraposición a los estilos recargados anteriores.
Tras su frase, fue Adolf Loos el que desde Viena cargaba con su Ornamento y delito hacia lo rococó. De ahí que los Wiener Werkstätte se consideren los precursores del diseño industrial.
En Estados Unidos, fue Raymond Loewy, autor de los icónicos autobuses Greyhound o el Studebaker, además del logotipo de la Shell, el que acuñaría el principio MAYA (Most Advanced Yet Acceptable) para expresar que «los diseños de los productos están limitados por las limitaciones funcionales de las matemáticas, los materiales y la lógica, pero su aceptación está limitada por las expectativas sociales».
El concepto de buen diseño se extendió como la pólvora en el periodo de entreguerras, siendo la Bauhaus el más claro ejemplo. Muchos de sus profesores y alumnos son autores de algunos de los objetos industriales más icónicos y útiles que se han usado en los siglos XX y XXI. Los gobiernos de ambos lados de la división de la Guerra Fría lo adoptaron como una herramienta vital para la reconstrucción social y económica y el avance tecnológico en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
La exposición plantea preguntas sobre lo que podría significar buen diseño hoy. Y si los valores de mediados de siglo pueden traducirse y redefinirse para una audiencia del siglo XXI. Se invita a los visitantes a juzgar por sí mismos probando algunos clásicos de «buen diseño» que aún están en producción. Y explorando cómo el MoMA continúa incubando nuevos productos e ideas en un mercado internacional.
Ejemplos de buen diseño
Este alcance global se refleja en muchos de los elementos que se ven. Entre los diseños para la cocina destaca la cafetera Chemex de Peter Schlumbohm, inspirada en un matraz. También el pelador de gambas de Irwin Gershen. O el reloj de cocina de Max Bill.
Hay también muebles como la poltrona Bowl de Lina Bo Bardi, el taburete Butterfly de Sori Yanagi y la silla Low de Charlotte Perriand. Y como joya, La Chaise del matrimonio Eames.
Del lado Oriental del telón de acero llegan un bol de cristal de Vera Lisková para Lobmeyr. O la «maravilla germana», la cámara de fotos Werra 1 de 35 mm.
El diseño italiano, icónico y ejemplar, está representado en dos objetos tan dispares y populares como la máquina de escribir Olivetti y el utilitario más conocido de Fiat: el Cinquecento.
Otro de los grandes focos del diseño internacional, Escandinavia, pasa de la alta tecnología al diseño más artesanal. El teléfono Ericofon desarrollado entre 1949–54 por la L. M. Ericsson Telephone Company es un clásico de lo más pop que sienta las bases de la sociedad conectada en la que vivimos en la actualidad, y con el que hemos abierto este artículo. En contraposición, los vasos apilables de Saara Hopea para Nuutajärvi Glass Works.
Pero si hablamos de tecnología y precisión electrónica, el mundo mira al Sol naciente. Japón está representado por la máquina de coser de Mitsubishi de los años 50. Y no se puede entender el diseño industrial sin la televisión. Ni sin Sony.
El diseño textil también deja su huella. Las maestras del taller de la Bauhaus, Gunta Stölzl, Anni Albers y demás, ven su legado reconocido a través de Vera Neumann o Lucienne Day, a ambos lados del Atlántico.
Fotografías de la exposición: John Wronn
The Value of Good Design
Del 10 de febrero al 15 de junio 2019
The Museum of Modern Art
11 West 53 Street
New York, NY 10019