Apartamento en blanco y negro.
Partiendo del ‘convencionalismo’ normalmente asociado a cualquier espacio doméstico, las necesidades de su propietario permitieron acometer la reforma desde una perspectiva «menos encorsetada». Para ello, el estudio de raúl sánchez architects optaron por implantar dos elementos en forma de L, que englobasen los espacios ‘más privados’ según el propietario. Una primera L orientada hacia la entrada, con la cocina en su interior, y una segunda con el dormitorio principal con baño en suite.
Fluidez visual y espacial
El resto del espacio fluye libremente por el interior, resaltando la amplitud espacial y visual. Para potenciar esta continuidad, tanto el dormitorio como el baño de invitados se cierran con grandes puertas pivotantes sobredimensionadas, de suelo a techo, sin marcos perimetrales. Al no existir dinteles, la comunicación entre las distintas estancias sólo se ve interrumpida al cerrarse las puertas. Se extienden así los espacios comunes a estancias de uso ‘ocasional’, evitando así que permanezcan cerradas y residuales.
De igual forma, el estudio se ha proyectado como un espacio ‘ambiguo’, conectado a las zonas comunes a través de una puerta pivotante de vidrio. Dos grandes puertas correderas que tampoco llegan al techo conectan este espacio con el dormitorio principal. Su despiece, de distintos tipos de vidrio, dibuja figuras superpuestas que difuminan los ejes dominantes de las habitaciones.
Desdibujando límites
Ese ‘desdibujar límites’ se repite en los ámbitos de las dos L mencionadas anteriormente. En la primera, la cocina se enfoca hacia la entrada y al mismo tiempo se separa de ella con un tabique independiente, recorrido por un gran espejo que difumina el paso más estrecho. Por otro lado, se abre hacia el salón a través de una isla que sobrepasa sus límites.
El dormitorio se ha deshecho en varias estancias. Antesala del mismo, la zona de estudio se comunica con la de la cama por el hueco que queda libre sobre las puertas correderas de vidrio. Del dormitorio se accede al baño en suite, un espacio reducido y privado.
En toda la casa, el tratamiento material acompaña al concepto espacial, insinuando la posición de las estancias sin límites definidos. Reconocible, la cocina se ayuda del color negro para potenciar sus límites. Detalles dorados en latón, como el grifo o el fregadero, contrastan con los planos negros.
Dos bandas de latón cubren los cantos de las dos particiones en L que organizan el interior, señalando su importancia espacial y su independencia respecto al resto de paramentos.
Una casa en blanco y negro
El negro se erige como el gran protagonista del espacio. Lacadas en negro, y con tiradores de latón, las puertas pivotantes de las estancias de invitados interrumpen la continuidad de los paramentos blancos.
Completamente negro, el baño en suite mezcla cerámica, granito, microcemento y esmalte negro, con grifos, lavabos y demás accesorios en ese mismo color.
En el baño de invitados se ha optado por la solución inversa: el granito, el microcemento y los esmaltes son blancos, aunque los sanitarios y grifos se mantienen en negro.
Con despieces que desdibujan los ejes, las puertas pivotantes de hierro y vidrio separan zonas de privacidad de otras más visibles. Entre los muebles de madera lacada blanca y los tiradores negros, las luminarias juegan un papel fundamental en el diseño, alternando blancos y negros.
El nuevo pavimento de la terraza exterior, cuyos paramentos tuvieron que conservar el color original, se ha diseñado con una banda perimetral de microcemento blanco con un despiece fragmentado de cerámica negra en su interior, a modo de alfombra.
Fotografía: José Hevia