El ‘pabellón líquido’ de Selgascano para la Trienal de Brujas.
El pabellón forma parte de la segunda edición de la Trienal de Brujas, que desde el 5 de mayo y hasta el 16 de septiembre se celebra en Brujas. Organizada por Till-Holger Borchert y su co-comisario Michel Dewilde, la iniciativa busca convertir la ciudad belga en un espacio dinámico, a través de 15 obras de arquitectos y artistas contemporáneos distribuidas por la ciudad.
Bajo el lema «La ciudad líquida», la Trienal responde a la teoría de la «sociedad líquida» de Zygmunt Bauman (1925-2017). En el año 2000, el sociólogo y filósofo británico nacido en Polonia estudió la globalización y su influencia en una sociedad en constante cambio y evolución.
La orgánica estructura contrasta con las construcciones de ladrillo típicas de Brujas y el cielo plomizo que normalmente cubre la ciudad. «Hemos apostado por una estética tropical, que introduce el sol y el carácter mediterráneo en la ciudad», explican los arquitectos.
Una sinuosa piel de plástico
Con una piel de plástico que incluye rosas, naranjas y amarillos, el pabellón se apoya en una plataforma de madera que flota sobre el canal. Su sinuosa geometría es sustentada por un esqueleto de acero apoyado sobre una plataforma de madera que flota en el agua. En su interior, una piscina permite a los visitantes darse un baño en el canal.
Una vez más, la pareja experimenta con los materiales y, como ya ocurrió en el Pabellón de la 15ª Serpentine Gallery, vuelve a apostar por el plástico. «En esta ocasión, hemos elegido un plástico de origen textil, que al ser tensado por hierros da forma a la estructura» señala Selgas. Es la primera vez que los arquitectos usan este tipo de material, que conocieron en un viaje a Los Ángeles.
Efectos ópticos y cromáticos
El color es otra de las constantes en el trabajo de Selgascano. Fundamental en sus proyectos, para ellos, lleva implícito un significado, que transmite sensaciones y emociones. En su interior, el pabellón reproduce un espacio sinuoso que juega con las visuales y los juegos cromáticos. Además, su piel de plástico genera un efecto invernadero que permite sentir el sol aún en un día gris. Por la noche, el papellón se ilumina, reflejándose sobre el agua del canal.
El pabellón responde al deseo de la Trienal de implicar al público en las instalaciones. «Hemos apostado por una edición al aire libre, que permita a los visitantes no sólo ver, sino también experimentar y formar parte del proceso creativo«, explica Michel Dewilde. Un espacio de co-creación y sinergias, que convierte la ciudad en un lugar de encuentro y debate.
Fotografías: Iwan Baan