Apartamentos en Can Picafort: la poesía de los materiales sencillos.
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El estudio mallorquín TEd’A arquitectes es el autor de este proyecto de apartamentos turísticos ubicado en la población costera de Can Picafort, en el municipio de Santa Margalida (Mallorca).
El solar, situado perpendicularmente frente al mar, contaba con una edificación previa, formada por dos cuerpos. Éstos configuraban una construcción escalonada, descendente hacia la costa, con unos accesos, distribución y circulación caóticos.
El objetivo del proyecto consistió en organizar el espacio para conectar visualmente las dos fachadas del edificio, la que mira al mar y la de la calle posterior.
Para ello era necesario liberar la zona central. De esta manera, se desplazaron y alinearon todos los elementos de servicio (escaleras, armarios, cocinas y baños) con las dos medianera
Para dar unidad a la intervención se apostó por un material local, que refleja la sabiduría de la construcción tradicional mediterránea. Un abanico de piezas elaboradas con barro se utilizan para resolver los diferentes requerimientos constructivos.
Los muros perimetrales que definen el espacio central y contienen los servicios se construyen de termoarcilla. Ésta se coloca de canto, rellenando los huecos de cemento cola. De esta forma no muestra ni su condición portante, ni acústica. Se compone una suerte de calado modular, que caracteriza y da presencia a la estancia principal de la casa.
Las baldosas cerámicas se usan para revestir tanto los paramentos verticales como horizontales. Combinando piezas de diferentes tamaños y acabados con juntas de varios espesores se consigue crear una vibrante composición.
Por un lado, el pavimento se resuelve con elementos de 13×13 cm. La junta transversal continua se dibuja estrecha y la longitudinal discontinua, más ancha.
Cuando se encuentran con un elemento estructural, su superficie pasa a ser vidriada.
Piezas de 5×20 cm se usan para las zonas húmedas y los servicios. En las áreas que están más en contacto con el agua se seleccionan elementos con acabado vidriado.
Elementos como las barandillas, pasamanos y pérgolas se resuelven con acero corrugado, cuyo óxido queda incrustado en la baldosa. Ésta debe su color rojizo al óxido de hierro presente en la composición del barro.
La incorporación de este material metálico intensifica las tonalidades naturales de la cerámica.
Cuando estas superficies cerámicas se ven interrumpidas por un mecanismo eléctrico o enchufe, se retranquea el ladrillo y se recubre el espacio restante de cemento. La iluminación aparece como un elemento independiente, que parte del muro y busca su ubicación colgando del techo.
Persianas de madera enrollable se disponen en los huecos del patio y de la fachada. Protegen del soleamiento y de las miradas indiscretas de los otros apartamentos.
En el exterior, el residuo de los colombrins triturados se reutilizan como grava de barro.
En definitiva, todo este conjunto de pequeños detalles -con sus ligeras variaciones de tonalidades y texturas- contribuye a crear una escala más doméstica, cálida y poética.
Fotografías: ©Luis Díaz Díaz y TEd’A arquitectes