Bosc d’en Pep Ferrer: diálogo de opuestos frente al mar.
En la costa sur de la isla de Formentera se encuentra Bosc d’en Pep Ferrer, un terreno frente al mar de gran tamaño, cuajado de pinos y custodiado por la bella Torre des Pi des Català, erigida en 1763. Un emplazamiento de ensueño, en el que el arquitecto Marià Castelló Martínez ha construido esta vivienda para una familia sensibilizada con su entorno.
Jugando con la dualidad de ligero–pesado, tres volúmenes prismáticos se elevan sobre las rocas que emergen en el lugar. Esta base rocosa se ha excavado y esculpido, obteniendo un vacío que recuerda a las canteras locales de “piedra de marès”.
La disposición longitudinal de los tres bloques produce una sucesión de patios, pasarelas… Esta combinación de vacíos-llenos ofrece una gran riqueza de perspectivas y visiones cruzadas.
Una cueva natural, descubierta durante las obras, se integra en el patio de acceso principal. El arquitecto contrapone, en esta ocasión, su orgánica tectónica con la modularidad de la intervención arquitectónica.
Ésta es de fácil lectura y se revela en tres capas. Por un lado, en el nivel inferior, la belleza de la roca se muestra desnuda, sin muros de contención.
Una sencilla estructura de hormigón crea una plataforma de apoyo para la planta superior.
En este piso, por otro lado, el montaje biapoyado de la estructura se hace visible desde el interior. Dejándose vista en casi todos lo casos. De esta manera, se reúnen en un solo elemento (paneles de madera contra-laminada) varias funciones: estructura, cerramiento y acabado.
Vivienda sostenible
Criterios de bioconstrucción han empujado a escoger materiales naturales y locales. La edificación se ennoblece con roca esculpida, piedra caliza capri, madera de pino y de abeto, paneles de algodón reciclado, mármol blanco macael, pintura al silicato de alta permeabilidad…
De esta forma se obtiene una envolvente higroscópica y permeable al vapor del agua. A través de ella se consigue un ambiente interior más agradable y saludable, que requiere un menor gasto energético.
El edificio incorpora además eficaces sistemas bioclimáticos pasivos. Un aljibe de gran capacidad, que reutiliza el agua de lluvia, aporta autosuficiencia a la vivienda en este sentido.
El resultado es un proyecto generado a partir de dualidades: tierra y aire, artesanía y tecnología, orgánico y modular…
Fotografías: © Marià Castelló Martínez