La Canica de Infanta, una explosión de textura y color.
Bautizado como La Canica de Infanta en referencia a la calle que lo alberga, el restaurante tiene un marcado carácter urbano. Sobre un gran esquinazo de aceras altas y estrechas, y con el muro medianero a la vista como privilegiado telón de fondo, la intervención quiere rematar una trama urbana a medio terminar.
«Hay pocos elementos que transmitan tanta información como las medianeras. Elementos con una gran diversidad de materiales y texturas, que testigos del paso del tiempo nos muestran las transformaciones sufridas por los edificios» explican los arquitectos.
Gran diversidad de materiales y texturas
Piezas cerámicas, ladrillo sardinel, ladrillo hueco, vegetación, madera y papel dan vida al muro medianero, rematado por dos planos horizontales. Si normalmente se opta por un revestimiento cálido para el suelo y otro más frío para el techo, aquí el esquema se invierte. De adoquín hexagonal clásico, el pavimento se convierte en una prolongación de la calle al interior del local. Sobre él y cubierto de tarima de roble natural en espiga en varias direcciones, el techo genera una fuerte sensación de relieve.
Las carpinterías correderas plegables de hierro de fachada permiten abrir el local a la calle en todo su perímetro. Pintadas en color rojo y a modo de reclamo, potencian aún más el carácter urbano de la intervención.
El interior se organiza en cuatro áreas diferenciadas, con tres comedores y el volumen de la barra.
La barra se ha construido con un volumen puro de mármol Macael. Sobre él, una estructura de madera maciza suspendida del techo hace la función de sobrebarra.
Una nube de esferas de vidrio iluminan cada comedor, generando un clima cálido y sugerente. Todo el mobiliario ha sido diseñado y fabricado a medida para el local.
Fotografía: Orlando Gutiérrez
La Canica de Infanta
Calle de la Infanta Mercedes 105
28020 Madrid