La Casa Tranquila. Cuando la sencillez lo es todo.
La relación interior-exterior de este proyecto firmado por el estudio local Artelabo es muy significativa dada las condiciones sobre las que se asienta la vivienda. A saber, a un lado tiene una parcela de aparcamiento; en otro, el acceso a una calle principal. Y cabe decir que es propensa a que le pegue el viento. Todos ello motivos de más para que la casa busque la reclusión interna.
Pero ocurre también que está situada en un promontorio con excepcionales vistas a un valle. Una razón más que suficiente para buscar el contacto con el exterior. De modo que el objetivo del proyecto ha sido crear intimidad mirando hacia fuera.
El lenguaje constructivo es simple y formal; “banal” describen desde el estudio. Cuatro volúmenes iguales y seguidos con un techo a dos aguas. Cada volumen está compuesto por tres módulos, siendo uno de ellos una terraza cerrada. De modo que la casa cuenta con cuatro patios interiores – uno por volumen – distribuidos de manera discontinua.
Los elementos utilizados son del estilo de la zona: masonería, yeso y tejas para la cubierta. Este recurso refuerza al mismo tiempo el carácter íntimo de la casa.
El elemento más rompedor y el que abre la vivienda al exterior, es la fachada lateral en la que han sustituido los muros por ventanales de vidrio. La opacidad se rompe y la intensidad de fuera entra con fuerza en toda la casa debido a que las diferentes estancias están conectadas.
La conexión se refuerza con el uso del mismo pavimento en el interior y el exterior, creando un efecto óptico en el que no sabe dónde está la linea entre dentro y fuera.
La búsqueda de intimidad y la calma del paisaje aumentan con un interiorismo minimalista de líneas sencillas, maderas claras, tejidos suaves y muebles – como la cocina – que casi pasan desapercibidos. Si bien los llamativos sillones rompen el esquema tranquilo, imitando el destello de luz que se cuela por todas las aberturas.
Fotografías: Artelabo