100% arte y diseño en un piso de Madrid.
De un vistazo
Quién vive aquí: Rocio Bardín, que recibe con frecuencia a familiares y amigos
Situación: Barrio de Argüelles, cerca del parque del Oeste, Madrid
Superficie: Es un bajo de 110 metros cuadrados en planta abierta (tiene dos dormitorios) con un gran patio.
Rocío iba en busca de un ático o, al menos, un piso con una buena terraza. Nunca pensó que un bajo iba a ser su destino, pero cuando vio el gran patio de este piso no lo dudo ni un minuto. Para renovar el espacio y darle nueva vida contó con el arquitecto Pedro Feduchi, que anteriormente había expuesto sus diseños de muebles en la galería de Rocío.
En este imagen del comedor se ven piezas como la lámpara de pie La Flaca, de Álvaro Catalán de Ocón.
En la entrada se observa el cambio de suelo de la baldosa hidráulica del vestíbulo a los tablones de madera pintada de la cocina. Pedro Feduchi lo hizo según el gusto de la dueña.
Rocío prefería que se unieran de una forma algo irregular y no cuadrada, como una alfombra, para darle un aire más desenfadado. Los tonos del suelo pasan de los fríos de la cocina a los cálidos de la entrada.
El piso era una vivienda llena de cuartitos pequeños. Feduchi lo tiró todo e integró el patio, que no estaba bien comunicado con la vivienda. Solo tenía una puerta, así que las ventanas se abrieron hasta abajo dejando que entrara toda la posible. Los techos eran de escayola con molduras clásicas. De nuevo, todo fue abajo y aparecieron las vigas de hormigón que le dan un bonito toque geométrico y, además, definen los espacios.
La mesa de comedor Shukhov es un diseño de Feduchi hecho ex profeso para ese espacio. Tiene un sobre de granito y patas metálicas a base de ‘redondos’ de acero usados en construcción e inspirados en la torres de comunicaciones del ingeniero ruso de mismo nombre.
Las sillas de aluminio pulido, de Philippe Starck para Emeco, las trajo Rocío de Nueva York hace años en un contenedor donde volvían las piezas de su stand en una feria de arte. La foto en la pared es de Gonzalo Puig y las coloristas lámparas son tulipas de cristal de una fábrica que cerró, compradas en el Rastro y montadas con el artista y amigo Carlos Swartz.
En el comedor, la escultura del hombre boca abajo es de MPMP Rosado Garcés, artistas de la galería Pepe Cobo con quien Rocío colaboró algunos años.
Sobre la mesa un conejo de cerámica de color naranja (en realidad es un galletero pero se usa como florero); diseño de Momoyo Tuimitsu y que Rocío vendía en OA, su galería. Las sillas, de aluminio pulido, reflejan el diseño del suelo de baldosas.
En el salón, destacan las dos sillas de los Eames en versión balancín. En la pared, una foto (un tríptico, impresión sobre seda) de Cristina Iglesias. La alfombra de lana es el modelo Veta. La ha diseñado Cristina Vallejo para la empresa El Sur y está hecha a mano.
En este rincón del salón, llama la atención una silla del diseñador holandés Piet Hein Eek y los almohadones de lunares de Yayoi Kusama, provenientes de OA. El suelo, de tablones de pino macizo con un tinte blanco, aporta mucha claridad al espacio.
En la pared hay un dibujo de Django Hernández, una foto de Michel François y otro dibujo de Marcel Dzama. La lámpara de pie con pantalla de tejido africano es del artista alemán Franz West.
Este es el dormitorio principal. En la pared la escalera de neones es una pieza de Carlos Schwartz. En la pared hay una foto de un neón con la leyenda Allez retour.
La cama está mirando al patio. A Rocío le gusta despertarse “con la luz del sol y mirando a la vegetación”. En el techo, el diseño trata de crear un baldaquino para hacer un efecto de cielo color azul Klein que se ve a través de una celosía, para dar una zona más recogida e íntima en el dormitorio.
El cabecero es de madera de abedul y separa la zona del cuarto de baño y el vestidor, que queda abierto en la parte posterior, y rodea la zona de la ducha: una isla entre dos cristales.
En el cuarto de baño todo ha sido diseñado por Feduchi prestando atención a cada detalle. De hecho, Rocío se sorprende cada día de lo perfectamente organizado que está el vestidor.
La zona ducha es una pequeña cabina aislada, con doble puerta (a los dos lados), y donde se vuelven a usar las mismas baldosas hidráulicas de la entrada en el suelo.
El gran mueble de la zona de estudio que recorre las paredes fue diseñado por Feduchi dejando huecos para la TV o para la mesa de despacho antigua del periodo Art Deco, que Rocío compró hace tantos años que “ni recuerdo ya dónde”.
La idea de este mueble era la de hacer un muro de madera continuo que tuviera un poco de movimiento “neoplasticista”. El mueble esconde cajones y disimula los pilares, que quedan absorbidos en la continuidad del mismo. Algunas piezas están tintadas en color berenjena y otras se han dejado en el tono natural del abedul. Algunas puertas están perforadas y esconden los aparatos electrónicos, que se pueden usar sin tener que abrirlas.
El cuarto de baño de invitados es también un lugar de acceso al segundo dormitorio para tener la posibilidad de ser usado como aseo de visitas. La primera zona detrás de la puerta tiene una área de perchero para abrigos. En la pared se ha usado un papel floreado que contrasta con el suelo geométrico. Por el agujero del doble techo se pueden almacenar cosas que quedan ocultas a la vista. La luz e la entrada es la Cornucopia de Álvaro Catalán de Ocón.
Rocío vive enamorada de su patio, donde hace toda la vida en el exterior que sea posible. Allí desayuna, da cenas para sus amigos o juega con sus nietos.
El patio ha resultado ser el punto fuerte de este piso bajo: un oasis dentro de la ciudad. El árbol es un manzano que estaba ya en la casa. Rocío hace tartas con las manzanas. El suelo es de gres catalán de toda la vida. Está ya viejecito, pero para la dueña tiene mucho encanto. Al patio dan tres puertas grandes, una que da al dormitorio y dos al salón, y todas llevan verjas de hierro pintado de blanco.
La firma Pot Shop hizo el diseño del patio en cuanto a vegetación se refiere. Ellos han elegido las plantas, casi todas son con flores diferentes.
Todavía no está suficientemente crecido para que se vea el resultado final, pero la intención es que toda la pared se va a cubrir de hiedras trepadoras diferentes que se mezclarán y darán la impresión de un espacio frondoso y selvático. La mesa y sillas son de La Europea, en el Rastro.
La cocina, que está abierta hacia el comedor, cuenta con muebles blancos que se integran muy bien. La cocina es el núcleo central de la casa y los espacios de vivir están cerca del patio.
La lámpara de techo está realizada a base de cacharros de cocina de los que Rocío se iba a deshacer en la mudanza (colador, pinzas, tetera, rallador…), hasta que los vio Carlos Schwartz y se ofreció a hacer la lámpara con todos ellos. ¡Ahora es un gran foco de atracción!
Al fondo, Rocío trabaja en el patio. Al arquitecto le hubiera gustado hacer en el patio una paleta de colores más atrevida, algo inspirado en Barragán, pero Rocío no se atrevió a pintar con colores más fuertes y se decidió por este tono terracota intemporal.
Enlaces recomendados: