Fotografiada la cara más teatral de la bóveda catalana.
Construida a partir de una bóveda tabicada de 17 metros de diámetro por 3,5 metros de flecha, y con un óculo de 4 metros de diámetro, fue el punto de partida de las más de dos mil cúpulas que Gustavino y su equipo construyeron por todo el mundo. Un arquitecto que, con múltiples edificios en Estados Unidos, fue bautizado a su muerte por The New York Times como ‘el arquitecto de Nueva York’, donde construyó obras míticas como el Carnegie Hall, el metro de City Hall, la Grand Central Station, la catedral de Saint John the Divine o el Puente de Queensborough.
De planta circular, con columnas de hierro y dos pisos de palcos, el teatro estuvo cerrado desde la década de 1970 hasta su nueva abertura en 2002. “Se trataba de recuperar un eslabón perdido de la arquitectura modernista, la última obra construida por el genial arquitecto antes de partir hacia EEUU” cuentan los responsables de la rehabilitación, quienes señalan el cupulino de cuatro metros de diámetro como el elemento que aporta singularidad y presencia a la cúpula. “Muy ligera y realizada con tan sólo dos capas de ladrillo –lo cual le permitió su gran diámetro– ésta permaneció cubierta durante años por diversos cielos rasos, hasta durante la rehabilitación se descubrió el ladrillo original”, añaden.
Construido en tan sólo tres meses, el teatro necesitó cuatro años para su rehabilitación y ampliación en 200 metros cuadrados, en una intervención que no sólo se limitó a la recuperación del edificio y su sala teatral, tal y como Gustavino la concibió, sino que también dotó de presencia urbana al teatro. Oculto entre edificios, sin una puerta exterior a la calle y con acceso a través de otro edificio, el teatro cuenta ahora con una fachada abierta a una plaza, que permite la entrada de luz al nuevo vestíbulo y la nueva sala de descanso del segundo piso.
“A pesar de lo impresionante de la cúpula, ésta tenía graves carencias a nivel acústico” afirman los arquitectos, que contaron con la colaboración del ingeniero acústico Higini Arau, quien solucionó el problema instalando bajo el cupulino una gran lámpara que aúna las funciones de iluminación y las de corrector acústico.
Fotografía: Simon Garcia | arqfoto
Teatre La Massa
Plaça del Teatre 3, 08339 Vilassar de Dalt, Barcelona