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Mallorca ortogonal. Una moderna casa en cuatro cajas.

Cuatro cajas blancas deslizándose sutilmente por una colina, dan forma a la MM House de OHLAB –Paloma Hernaiz y Jaime Oliver–. El hogar de una pareja de jubilados en Mallorca que, como cuentan los autores del proyecto, "querían disfrutar del jardín y el característico entorno". Una arquitectura de líneas puras y formas geométricas, en contraste con el rocoso paisaje natural al que abre estratégicamente sus vistas, que ordena el programa en cuatro cajas independientes y a la vez relacionadas entre sí, donde aloja la cocina, el estar-comedor, la habitación principal y los dormitorios de invitados.
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«Los clientes tenían muy claro que querían una casa sostenible», explican los arquitectos, que para lograr la máxima eficiencia energética giraron las cajas sobre  si mismas, adaptandolas al programa, las orientaciones solares, las vistas y la pendiente del terreno.

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Así, mientras las habitaciones se abren a Este, para aprovechar la mejor luz de la mañana y las vistas sobre el jardín y el Castillo de Bellver; el estar-comedor lo hace al mar y al jardín, orientados a Sureste, a través de un gran ventanal retranquedado que permite la entrada del sol en invierno y ofrece sombra en verano. Alojada en la última caja, la cocina orienta sus vistas al huerto que crece en la cara Sur.

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Para generar una óptima ventilación cruzada Este-Oeste, los arquitectos han abierto grandes ventanales hacia las mejores vistas, a los que enfrentan huecos más pequeños en su cara opuesta. Las aberturas a Sur están retranqueadas para permitir el paso del sol del invierno e impedirlo en verano, mientras que las orientadas a Este y Oeste se protegen con unas persianas de lamas exteriores orientables.

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Localizado en la caja de mayor dimensión, el estar-comedor, abierto al mar a través de generosos ventanales que dan acceso al porche cubierto, ocupa un espacio a doble altura atravesado por una chimenea de hierro negro. Una escalera con una original barandilla hecha de red conduce al altillo situado sobre él.

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Las formas geométricas y la básica paleta de colores empleada en el exterior se trasladan al interior de la vivienda, donde las paredes blancas se combinan con la madera de roble de puertas y armarios.

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Producidas localmente, las baldosas hidráulicas verdes y beige introducen un toque de color en el espacio, diluyendo límites entre interior y exterior. Jugando con distintas combinaciones y orientaciones, el patrón geométrico del suelo –que en ocasiones se pliega también sobre las paredes– logra generar muy interesantes efectos visuales.

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El jardín cuenta con un huerto, vegetación autóctona de bajo mantenimiento y árboles de hoja caduca junto a la cara sur de la vivienda para proteger del sol en verano.

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En la casa se han empleado los estándares Passivhaus para conseguir una máxima eficiencia energética, a partir de un riguroso estudio infográfico que garantiza un óptimo aporte calorífico, maximizándolo en invierno y el minimizándolo en verano. Gracias al clima de Mallorca y a un cuidado sistema de aislamiento térmico exterior, la refrigeración no es necesaria y la demanda de calefacción, de sólo de 11kWh/(m2a), se resuelve con un reducido circuito perimetral de suelo radiante.

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Las cubiertas inclinadas cuentan con un sistema de recogida de aguas pluviales, recuperando tres de ellas el para riego, mientras que la cuarta recoge en dos aljibes independientes –de 40 m3 y  8 m3– agua ‘limpia’ para el consumo. Con un bajo coste de construcción y un bajísimo coste de mantenimiento energético, esta vivienda promueve así valores medioambientales y de sostenibilidad, reportando ahorro y confort sin que ello implique un esfuerzo económico adicional.

Fotografías: José Hevia

 

 

 

 

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