Una casa bajo la piscina, de Carvalho Araújo.
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A sus autores se les pidió que la nueva construcción ocupara el espacio de la ruina existente, fuera pequeño, compacto y tuviera una piscina. Para resolverlo, echaron mano de imágenes de aldeas y granjas que los arquitectos retenían en su memoria.
La primera imagen que asociaron con el terreno y el lugar fue la de un depósito de agua, público o privado, como los que se utilizaban para lavar, el suministro de agua o incluso para las aventuras más o menos ilegales de un niño. Estas construcciones eran además un importante punto de encuentro, un lugar de trabajo y un símbolo de la vida comunitaria.
De esta manera, la piscina ha asumido particular importancia en el diseño, buscando en su relación con el terreno la imagen de esos antiguos tanques.
La fuerte pendiente del terreno permitió dar cabida a una casa-refugio en la parte inferior del volumen de la piscina, compuesto por una sala de estar, cocina, un dormitorio y un baño.
Este elemental programa se organiza en torno a un patio interior que proporciona luz y ventilación a los espacios principales, y que asume hacia el exterior una estructura independiente del volumen principal. Poco mobiliario, pero de marcas de primera clase como Vitra o Flos, dan vida a este pequeño espacio.
Fotografías: ©Hugo Carvalho Araújo