La casita de madera que no molesta al bosque.
Diseñada por el estudio Dom Arquitectura se trata de una vivienda sostenible, eficiente y flexible de 76 metros cuadrados. Íntegramente de madera; tanto la estructura como los revestimientos. Un ejemplo de eficiencia y ecología.
Para empezar, el arquitecto Pablo Serrano Elorduy y la interiorista Blanca Elorduy han recurrido a un sistema constructivo prefabricado, así, al reducir la obra al montaje, el impacto ambiental es menor. Además el material es reciclable y fácil de mecanizar: entramado ligero con madera de Pino Rojo.
La sostenibilidad está presente en todas partes. Por ejemplo, la orientación de la casa. De planta rectangular, uno de los laterales se ha encarado al sur para poder albergar más aberturas y de ese modo captar más radiación solar en invierno y protegerla del sol en verano. Por otra parte el rectángulo sólo está perforado por la terraza y el porche. Su alta compacidad, por tanto, la ayuda a reducir las demandas energéticas.
La protección solar es uno de los aspectos que más han cuidado. Aparte de las ventanas de la fachada sur, el módulo está protegido por 2 metros de voladizo, lo que impide que la radiación directa entre en los meses más calurosos. El ventanal del salón, al quedar enrasado con la fachada, también cuenta con un voladizo propio de un metro para proteger las radiaciones en este punto. Ahora bien, las dimensiones de los voladizos permiten que el sol sí pueda entrar y calentar las estancias en invierno.
También está recubierta con un aislamiento térmico ecológico: fibra de madera. Si bien, el hecho de usar madera como principal material de construcción “ya hace que la casa mejore su aislamiento, pues es uno de los materiales con la conductividad más baja”, nos cuentan desde el estudio.
Las otras tres fachadas son casi opacas, solo se generan varias aberturas en la fachada norte para generar ventilación natural cruzada en verano. Esto, sumado a la orientación del edificio y el tipo de construcción, “dan como resultado unos interiores transpirables, frescos y sombríos en verano”.
En su construcción también se han tenido en cuenta el impacto medioambiental. Por ejemplo, para compensar el hecho de que está en un terreno con una fuerte pendiente hacia el sur, han colocado unos pilotes de hormigón con una estructura de hierro horizontal como base. De este modo, la casa queda elevada por encima del terreno natural.
Los materiales seleccionados, básicamente madera, son de zonas cercanas para reducir los medios de transporte. La madera usada para la construcción está certificada con el Sello CE y el CTB SAWN TIMBER. También cuenta con la certificación PEFC, la cual asegura la gestión sostenible de los bosques. “En conclusión, se reducen las emisiones de gases en la elaboración y fabricación de los materiales, en el transporte a la obra, en el proceso constructivo y en el uso del edificio”.
El acabado interior de la casa es un panel Tricapa con acabado de pino, y el exterior es de madera de Abeto tratada con un autoclave. Para el pavimento interior se ha escogido el Linóleo, otro material natural.
Por último cuenta con una placa solar en la cubierta para suministrar ACS al baño, si bien está preparada para proporcionar energía diaria en el caso de que en un futuro el estudio se transforme en una residencia diaria. También se han colocado siete depósitos de recuperación de agua bajo la casa, que se aprovechará para regar el jardín y el huerto.
En cuanto a la distribución, se accede por la zona este a través de una plataforma de entrada y un pequeño porche cubierto. El interior es diáfano, con una chimenea que divide visualmente dos espacios: el salón y el estudio. Este último dispone de una terraza cubierta orientada a sur.
La vivienda ha sido pensada para modificar su distribución en el futuro. Por ejemplo, el estudio se podría cerrar con una pared y convertirse en una habitación cerrada. Los armarios empotrados de la sala, por su parte, podrían convertirse en una pequeña cocina.
Fotografías: Jordi Anguera