A cada luz, una voz: así fue Favilla, en el Salone del Mobile 2015.
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¿Cuál es la naturaleza intrínseca, física de la luz? ¿Cómo se desplaza, cómo llega hasta nosotros? Para contestar a estas preguntas se ideó la instalación Favilla, una gran black box, representación simbólica de lo que aún no se puede ver. Se trataba de una experiencia inmersiva que destacaba cómo se mueve la luz, cómo es vista por los ojos y cómo permite a las personas descubrir nuevas formas.
El interior de este prisma constituía el alma de Favilla, donde la luz se exaltaba como un cristal y generaba efectos sorprendentes. Esta metáfora proponía descubrimiento de un mundo interior que creaba que trapaba la atención del espectador.
La instalación narraba la manifestación de la luz, cada vez asociada con un sonido particular. Luz como persona, con sus estados de ánimo, con su voz, ya que – como afirmaba el gran director francés Robert Bresson – “el sonido y la voz llegan directamente al corazón y permiten que también la luz penetre más profundamente”.
A lo largo de un recorrido en el interior de la instalación los espectadores vivían una experiencia de inmersión dedicada completamente a la luz. Una narración que exponía las cuatro características del movimiento de la luz: propagación rectilínea, difracción, reflexión y refracción. Todo ello revelaba su cualidad de ser al mismo tiempo onda y corpúsculo.
Favilla. Cada luz, una voz contó con la colaboración con Ford Motor Company, una firma que se interesa particularmente por las temáticas del diseño.