Penthouse Nussberg, un apartamento con tintes rústicos en el ático de un antiguo hotel de Viena.
El ático cuenta, además, con la peculiaridad de estar ubicado en un antiguo hotel que en los años 90 fue reconvertido en un bloque de viviendas particulares. Hoy ya nada recuerda a un hotel en este apartamento de dos habitaciones con una terraza en la azotea a la que se accede mediante una escalera exterior en forma de espiral y hecha de hierro.
El interior destaca por dos elementos: su gran luminosidad y un tinte rústico que, en determinados planos, otorga aspecto de cabaña. Para lo primero el estudio ha aprovechado la buena orientación de la casa sustituyendo las paredes de la fachada por ventanales desde el suelo hasta el techo.
La madera, por su parte, es la que se encarga de dar el punto rústico. Sobre todo gracias a la picea natural con la que se han revestido algunas paredes, a modo de decoración, y con la que se ha elaborado algunas piezas del mobiliario (por ejemplo, la barra de cocina o el cabezal del dormitorio principal).
Ahora bien, elementos, como un foco de estudio o una ilustración en la pared de colores blanco y rojo, rompen la estética y añaden modernidad. Este contraste se aprecia sobre todo en la pared de madera junto a la chimenea de líneas minimalistas recubierta de pizarra.
Estas mezclas, sin embargo, no rompen el ambiente acogedor que impera en el hogar. Ello se debe, aparte de la iluminación natural, al uso de materiales y colores naturales. Madera de colores claros para suelos y sillas, blanco para las paredes y tejidos en tonos crema, beige, y grises, solos o jaspeado, y complementados por colores tierra como el naranja y el ocre de algunos cojines.
Del mobiliario, por cierto, destaca la silla Fin Dining de Matthew Hilton, utilizada para la mesa del salón y como silla de escritorio en la habitación infantil.
Si bien el blanco y la madera imperan en toda la vivienda, en las habitaciones empiezan a perder protagonismo a favor de una pequeña paleta de colores.
Ocurre en el dormitorio principal, donde el gris gana en presencia y se introducen colores vivos en la alfombra.
Pero es en la habitación infantil, donde definitivamente el color come espacio al blanco ya no sólo en la alfombra, el modelo Kala de nanimarquina, sino también en el mobiliario.
Destacan también los dibujos de las paredes, del mismo color que los empleados en el salón: marrones suaves, grises y algún que otro motivo en rojo para romper la paleta.
En el ático el blanco desaparece completamente combinando la madera con grises y naranjas. Se pierde calidez pero genera un contraste interesante respecto al paisaje verde que lo rodea.
Fotografías: Pavel Meluš.