Casa JustK, o cómo vivir dos adultos y cuatro niños en 138 metros cuadrados.
La casa recuerda las tradicionales viviendas de la región en los años 20, pero las reinventa a pesar de mantener la robustez y los volúmenes del tejado. El objetivo era crear la máxima capacidad en el mínimo espacio. Para ello, los arquitectos han jugado con el tejado, que en algunos vértices alcanza ángulos de 70º, lo que permite además no infringir las regulaciones de construcción de la zona ni quitar las vistas del castillo a los vecinos. Esta forma trapezoidal también protege la vivienda de los vientos y del frío invierno.
Al igual que las juntas del exterior, el techo laminado forma surcos por los que se desliza el agua de lluvia, preservando el interior, de la misma manera que haría el ala de un sombrero.
La casa se ha construido en madera maciza por las exigencias constructivas de la zona, la necesidad de acortar el período de construcción y por razones de sostenibilidad.
Todos los elementos del edificio, aun siendo naturales, han sido prefabricados. En total, la casa está formada por 136 elementos unidos entre sí artesanalmente por ebanistas y carpinteros. Durante su construcción se planificó hasta el último detalle, como agujeros y ranuras en lugares estratégicos para la instalación de dispositivos eléctricos.
La madera, una materia prima renovable, es el material elegido tanto para la estructura como para las superficies interiores. En las zonas comunes se sustituyó por corteza de madera refinada, lo que ha permitido abaratar considerablemente los costes.
Una particularidad de JustK es que es divisible: sus 138 metros cuadrados pueden convertirse en dos viviendas independientes de 81 y 57 metros cuadrados, ampliables éstos con un patio de 23 m2 y un balcón de 12 m2 en los meses más cálidos, si las necesidades de la familia lo exigen en el futuro.