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Idoia Ruiz
16 junio 2011

El japonés Keiichi Hayashi diseña en Kyoto una casa soportada por columnas de luz.

Esta casa de dos plantas se encuentra al final de una calle estrecha en una zona residencial de Kyoto. Por su situación, la entrada de luz resultaba casi inexistente. El arquitecto que llevó a cabo el proyecto, Keiichi Hayashi, decidió colocar columnas vacías que permitieran la entrada de luz desde la primera planta hasta la segunda.
Estas columnas, colocadas al azar, son también la estructura que soporta el techo. Cada columna se llena con diferentes calidades de luz en función del ángulo que tengan respecto del sol. Las columnas, a su vez, sirven para crear espacios, unidades funcionales, dentro del espacio diáfano.

Tal y como explica el arquitecto “para entender el espacio de la casa, se pensó en un bosque donde hay muchos árboles. Cuando uno está en un bosque, los árboles se convierten en puntos de referencia para crear actividades. Los árboles crean las reglas del juego”. De este modo, las columnas son como árboles en los que el hijo de los propietarios puede crear su propio mundo.

Las superficies interiores están tratadas con un acabado blanco reflectante que maximiza el efecto de la luz natural.

La estructura de la casa en la planta baja es de hormigón armado y en el primer piso, de madera. El volumen sigue estrictas normas de construcción y de este modo se coloca en el centro del callejón, resultando dos espacios abiertos, uno en el lado este y otro en el oeste.

El espacio abierto al este es un patio rodeado por muros de contención que gracias al uso de puertas de cristal correderas permite inundar el interior de luz natural y extender el uso del interior al exterior. Por otro lado, el espacio abierto al oeste conecta el vestíbulo y el jardín de las parcelas adyacentes y el callejón. Hojas de metal de color marrón, un material muy común en Japón, se han utilizado para recubrir el muro exterior de la casa y reducir diferencias visuales con el paisaje urbano circundante.

Fotografías de Yoshiyuki Hirai, cortesía de Keiichi Hayashi

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