Un ático para los fines de semana en el centro de Barcelona.
Con una situación privilegiada en una esquina de la plaza, se trata de una vivienda de larga fachada cuya planta, muy estrecha, se orienta hacia su terraza. El objetivo de los arquitectos consistía en convertir un antiguo espacio de oficinas en un apartamento dotado de todos los servicios y el confort de un hotel de alto nivel.
Su diseño, cuidado y funcional, prioriza los grandes espacios de almacenaje, preferiblemente cerrados, de forma que el apartamento fuera fácil de mantener y encontrar en perfecto estado. Asimismo, el espacio apuesta por un elevado grado de confort, ya que incorpora todo tipo de automatismos en cuanto a seguridad, audio, video o clima.
Al tratarse de una planta pequeña y alargada, en el interior se ha buscado sustitir los tabiques por elementos móviles sin limitar la funcionalidad de los distintos usos. La pared exterior, el suelo y el techo son de color crema marfil. En contraste con estos elementos, se ha planificado un único mueble continuo en madera de olmo teñido gris oscuro, que sirve como elemento separador las zonas comunes de las privadas.
A un lado del mueble, y abierto hacia la terraza, se ubica el gran espacio común, formado por la cocina-comedor y la zona de estar. Al otro lado, el mueble de olmo se extiende hacia los espacios adyacentes de menor tamaño, como el vestíbulo y los baños, en forma de emplafonado.
Este gran mueble longitudinal, de olmo teñido , recorre la vivienda desde la cocina hasta el dormitorio principal, por un lado, y desde el dormitorio infantil hasta el baño principal por el otro. Cumple la función de ordenar las diferentes zonas, al mismo tiempo que las oculta para lograr el orden y la simplicidad deseados.
De esta forma, un único mueble esconde los grandes electrodomésticos de la cocina, el pequeño despacho y el piano extraíble del comedor, el armario del vestíbulo, los equipos de audio y video del salón, los roperos de los dormitorios y la televisión empotrada del baño principal. Para reforzar la sensación de continuidad, el emplafonado del vestíbulo y el baño principal está realizado en el mismo olmo teñido, como extensión del mueble principal.
La cocina, formada por un conjunto frontal de pared y una isla, está pensada como punto de encuentro social y cabecera del espacio común. Se ha equipado con un mobiliario de módulos extra anchos, con frontales sin tiradores en aluminio cepillado color bronce y con encimeras y salpicaderos en piedra arenisca encerada.
El mobiliario color marfil de la vivienda –tanto del dormitorio principal como del secundario–, está realizado en DM lacado del mismo color claro que las paredes. En el dormitorio infantil, el mobiliario forma una fila de cajones que sirve de mesa de trabajo, con los armarios suspendidos de la pared.
En el exterior, una hilera de pequeños árboles y elementos de almacenaje protege la privacidad de la vivienda, prolongando el interior hacia afuera. La terraza, que recorre longitudinalmente la vivienda, nos parece uno de los hallazgos de este proyecto. Brinda una posibilidad única de disfrutar de las vistas y seguir el pulso a la ciudad condal desde su propio centro.
Fotografías: Eugeni Pons