Una casa iceberg en medio de Okazaki.
De un vistazo
Quién vive aquí: Una pareja joven con dos niños
Situación: Okazaki, Japón
Superficie: 178 m2
Detalle interesante: En la planta baja hay un salón de estética.
En esta imagen se ven tres de los cinco grandes huecos en la fachada. Con esta solución, el arquitecto ha conseguido incorporar el paisaje al interior de la vivienda. “Me parecía importante que aspectos como la vegetación, la luz natural y el aire fresco penetraran en los espacios de la casa. Por eso, los huecos de la fachada se abren hacia la calle y permiten las vistas a las colinas cercanas e incluso al Monte Hongu”, dice.
Unas plaquetas formando óvalos y círculos en el suelo del jardín conducen a la entrada. Un contraste total con los ángulos afilados y las líneas rectas del proyecto de esta casa japonesa.
Desde la terraza de la segunda planta se ve claramente la densidad de viviendas del barrio. La casa vecina está muy cerca. Por eso, para el arquitecto era primordial crear una atmósfera de total privacidad.
Dentro de los huecos abiertos integrados en la fachada, que Kuzushima incorpora en todos los niveles de la casa, hay pequeñas terrazas protegidas, pero con una sensación de amplitud muy grande. Desde la cocina, en la planta baja, se ve a través de un gran ventanal el pequeño patio interior, protegido por la vertiente del tejado.
De hecho, la cocina tiene acceso directo a este pequeño patio: un remanso de paz. En la parte superior de la foto se observa el canto de uno de los huecos de la fachada, por donde entra la luz y el aire.
A través de una escalera se accede desde la terraza de la primera planta hasta el ático en el tejado. “Al tiempo que uno se mueve por los distintos niveles de la vivienda, nunca se deja de tener contacto con el exterior hasta alcanzar la terraza del ático”, cuenta el arquitecto.
La terraza en el ático es la parte más íntima de la casa. Las amplias vertientes del tejado hacen que el interior tenga aún mayor sensación de amplitud.
Los huecos de la fachada casi dejan tocar el cielo. Como están sin acristalar, se puede escuchar el sonido de las hojas y del viento. Todo aquello que sucede en el exterior se vive dentro con mucha fuerza.
“Mediante sus originales proporciones parece como si la casa fuera mucho más grande que todas las de la zona, pero en realidad no lo es; sino más bien todo lo contrario”, cuenta Kuzushima.
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