Un templo a la música electrónica en Grenoble.
Diseñar un local específico para conciertos y espectáculos de música electrónica no es un encargo con el que frecuentemente se encuentren los arquitectos. Los aficionados a este tipo de música, que normalmente celebran sus encuentros en clubes, almacenes, o estadios, cuentan ahora con un espacio destinado exclusivamente a este tipo de eventos. «Un sistema arquitectónico específico para un nuevo tipo de espectáculo y relación con el público, que permita conciertos con una configuración más tradicional a la que normalmente viene asociada a estos conciertos» explican desde Hérault Arnod architectes, responsables de la intervención.
Situada en Grenoble, Francia, y bautizada La Belle électrique, la sala se localiza en un antiguo distrito industrial, actualmente en transformación. Construida junto al Magasin, el Centro de Arte Contemporáneo de Grenoble construido por los talleres Eiffel a finales del siglo XIX, el nuevo edificio ocupa cerca de 2.800 metros cuadrados.
En un contexto en constante cambio, el edificio se ha diseñado con una planta multidireccional y autónoma que permite un crecimiento futuro, con un gran espacio central y cinco cuerpos que emergen de ella. «Como un organismo vivo, la sala de conciertos es el corazón, del que nacen el resto de los órganos» señalan los arquitectos.
Una piel de lamas de alerce verticales colocadas de forma irregular envuelven el volumen y permiten vislumbrar su misterioso mundo interior. El carácter abstracto y rugoso de la madera contrasta con la ligereza y transparencia del muro cortina que define la fachada del vestíbulo, cuya forma curva confiere al espacio interior un aspecto orgánico que potencia el juego de opuestos generado entre la piel de madera y el cuerpo atrapado en su interior.
El espacio está diseñado para que durante el concierto cada espectador pueda cambiar de ambiente a su antojo, con un pasillo perimetral a la sala de conciertos que permite a los artistas moverse con total libertad en torno a ella y varias plataformas a distintas alturas para los DJs.
Desde el vestíbulo nace una zona chill-out más tranquila, que se prolonga hacia el exterior a través de balcones que vuelan sobre el hall de entrada y permiten al público salir a tomar el aire fresco o fumar durante el concierto.
Como dos escenarios urbanos, los dos pabellones de acceso se elevan y convierten a los visitantes en parte de la actuación teatral, en un espacio que desdibuja los límites entre actor y espectador.
Fotografía: André Morin (cortesía de v2com)