La casa diseñada como un pequeño museo.
Una casa y al mismo tiempo un museo. Así es The House for Contemporary Art, diseñada por Ryumei Fujiki y Yukiko Sato, de F.A.D.S y ganadora de un Premio Golden en la categoría de Arquitectura, Construcción y Diseño Estructural del A’ Design Award & Competition 2015-2016. Este refugio nos muestra como se pueden diseñar casas para un amante de la pintura y artista amateur. Los arquitectos japoneses han materializado esta necesidad en una composición espacial blanca, luminosa y sin fisuras, que permite la libre circulación entre las distintas estancias y genera un recorrido en torno a la colección de arte.
“En una región donde nieva abundantemente fue fundamental definir la forma de la cubierta que, aunque en un primer momento se proyectó inclinada para que la nieve cayese de forma natural desde ella, finalmente se construyó plana y sin ningún tipo de parapeto, permitiendo así que ésta fluyera libremente gracias a la acción del viento”, comentan los arquitectos, que han planteado una propuesta que interacciona a la perfección con el medio ambiente.
Que los transeúntes no pudieran ver el interior de la vivienda, y que ello no se convirtiese en un obstáculo para la entrada de aire y luz natural en la casa fue otro de los requisitos planteados por el cliente, que ha dado lugar a una volumetría escalonada compuesta por cajas blancas de distintos tamaños que encuadran los espacios como si de obras de arte se tratasen.
A pesar de las distintas escalas de los cubos, en el interior se ha optado por una estructura lo más sencilla posible, donde los espacios crean una sola unidad interconectada que genera juegos de vistas y perspectivas cruzadas.
“Un primer paso fue contabilizar las obras de arte que el cliente había creado y coleccionado durante los últimos años, para pasar luego a decidir dónde y cómo mostrar cada una de ellas”, afirman los autores del proyecto, que junto con el propietario definieron las proporciones de cada espacio en función de cada obra. Buen ejemplo de ello es el salón-comedor, donde la altura de techo queda condicionada por las dimensiones del cuadro expuesto en una de sus paredes.
Con dos sillas y una mesa Swan de Arne Jacobsen al fondo, en el espacio abierto del salón-comedor las obras de arte conviven con la amplia colección de discos del propietario, la mayoría de ellos de jazz.
Sin perder de vista los deseos del cliente en torno a su colección de arte, esta casa viene a demostrar cómo la arquitectura puede dar respuesta a muchos de los problemas medioambientales actuales. “No se trata simplemente de encontrar formas inteligentes de reducir energía, sino de crear una arquitectura que crezca acorde a la naturaleza”, afirman los arquitectos, que para generar ventilación natural han optado por el método tradicional usado en las casas de Kyoto, incorporando dos pequeños jardines con distinta orientación y temperatura en los dos extremos de la casa.
El propietario quería ser capaz de pintar tanto en el jardín como en el estudio, por lo que los arquitectos comunicaron ambos espacios.
Organizada en torno a una isla central y relacionada directamente con el área del salón-comedor, la cocina abre un gran ventanal al jardín sur. En el otro extremo del patio, un paño completamente acristalado relaciona el baño con el espacio ajardinado, diluyendo límites entre dentro y fuera.
Fotografías: Hiroshi Ueda, F.A.D.S, cortesía v2com