La Filmoteca de Josep Lluís Mateo abrió ayer sus puertas en el Raval de Barcelona.

“En la ciudad antigua, mi edificio pretende expresarse como pura estructura, sin revestimientos ni acabados. Los muros-viga de hormigón visto que construyen las fachadas, aún siendo muy diversos, son de la familia de los desvencijados muros vecinos, que enseñan a través de sus desconchados su masa central originaria”. Así define el arquitecto Josep Lluís Mateo su edificio para la nueva sede de la Filmoteca de Catalunya situada en el barrio del Raval, Barcelona.

El nuevo edificio se ubica en un barrio de Barcelona que conserva su carácter denso, popular y asfixiantemente mediterráneo-portuario. Para reducir la escala y el impacto visual del edificio en su entorno, se entierra el volumen de las salas de proyección en el sub­suelo. Por otra parte, se incrementa ligeramente la anchura de la calle retirando un poco el edificio del resto de construc­ciones.

El programa reúne en un solo edificio funciones hasta ahora dispersas: la Biblioteca, el archivo, y dos salas de proyección, así como todas las funciones administrativas y añadidas, desde dónde se preparan las actividades de difusión. Además, se incluyen unas salas de exposición y una cafetería-bar.

En la planta baja se sitúan la recepción y vestíbulo a las salas de proyección, los núcleos de comunicación hacia las plantas supe­riores e inferiores, la cafetería y los servicios necesarios complementarios (taquillas, etc…)

En la planta primera se sitúa la Biblioteca y una sala de exposición permanente. Mientras que las plantas segunda y tercera están destinadas a oficinas del ICIC (Institut Català de les Indústries Culturals). La segunda planta es una sala diáfana, abierta a la plaza y a la calle Espalter, con una terraza sobre la calle Sant Josep Oriol. La tercera planta se ilumina en parte también por un patio que se convierte en lucernario sobre el techo de la planta segunda.

En el subterráneo, y bajo la proyección del edificio, se sitúan las dos plantas de archivo-almacén, mientras que en la parte del subterráneo que queda bajo la plaza se sitúan las dos salas de proyección.

En este nuevo edificio, el espacio se articula sobre dos movimientos: El descenso hacia la oscuridad de los cines, con reflexión de los espectadores a través de un conjunto de espejos. Y el ascenso hacia la luz, hacia los lugares de trabajo. Dos patios conectados pero no continuos acompañan y construyen el movimiento.