Seattle: ciudad esmeralda en constante evolución entre la modernidad y la tradición
Es cuna de Jimmy Hendrix, Microsoft o Starbucks, pero también un gran atractivo para amantes del diseño moderno y la arquitectura. Seattle es un gran ejemplo de cómo una ciudad puede, a través del urbanismo, abrazar su pasado mientras proyecta su futuro.
Una ciudad verde en constante evolución
Si podemos observar Seattle desde el aire se vuelve evidente por qué se la conoce como la ciudad esmeralda. Ubicada en el extremo noreste de Estados Unidos, la ciudad se encuentra rodeada de inmensa vegetación, lo le otorga desde sus orígenes un carácter sostenible sin intentar serlo. Entre árboles de hoja perenne, lagos y hasta un volcán, Seattle se configura como un mosaico urbano que está en constante evolución.
De hecho, muchos aseguran que una primera vista a Seattle no será igual a la segunda, debido a las permanentes obras nuevas y de mejora que sufre a diario la ciudad. Pero estos constantes cambios no han hecho que la ciudad pierda su patrimonio histórico, donde como resultado una dualidad muy interesante entre el estilo vanguardista e innovador y la historia del noreste pacífico de Estados Unidos.
Parte de su ADN vanguardista está vinculado al tipo de empresas que allí se instalaron. Seattle no sólo vio a nacer a leyendas de la música como Jimmy Hendrix o la cadena de cafeterías Starbucks, sino que fue el lugar donde se instaló Boeing, que configuró todo un barrio alrededor de sus almacenes y oficinas. Otros gigantes tecnológicos como Microsoft y Amazon también eligieron Seattle para abrir sus despachos.
Además de su innovación, la ciudad se ha caracterizado por enfocarse en ser más sostenible con políticas para fomentar la eficiencia energética, el uso de energías renovables y el cuidado de áreas verdes. En este sentido, Seattle cuenta con una gran cantidad de ciclovías y parques que promueven un estilo de vida activo y sostenible para sus habitantes.
Los edificios más emblemáticos
Más allá de sus imponentes áreas verdes, Seattle es famosa por varios edificios emblemáticos. Sin duda, la Space Needle es un referente del skyline de la ciudad. Esta edificación es a Seattle lo que la Torre Eiffel es a París, además de que también fue construida para la Feria Mundial, pero de 1962. Con 184 metros de altura, en la cima cuenta con un mirador con vistas panorámicas a toda la ciudad. En los últimos años sufrió algunas modificaciones de mejora, que incluyeron la instalación de innovadores bancos de cristal y The Loupe, la única planta de cristal giratoria del mundo, construida según los planos originales del proyecto de 1960 y situada debajo del mirador.
Seattle ha servido de lienzo para grandes de la arquitectura. Frank Ghery ha dejado huella en la ciudad con el Museo de Cultura Pop. De estructura similar el museo Guggenheim de Bilbao, el edificio fue construido en acero de colores, siendo también símbolo de la ciudad
Rem Koolhaas, es otro de los grandes nombres de la arquitectura que diseñó en Seattle la Biblioteca Central. El edificio es un ejemplo destacado de diseño contemporáneo y fue pensado como un espacio donde convivan diferentes usos más allá de albergar libros. Así, el proyecto da lugar a salas donde el diseño se pone al servicio de las diferentes formas de habitar una biblioteca.
