Kengo Kuma: emoción y tradición nipona en un respeto absoluto por el entorno arquitectónico
Es uno de los arquitectos asiáticos más importantes de la actualidad. Sus obras destacan por respetar la naturaleza y la cultura de dónde construye. Repasamos la obra y el estilo de Kengo Kuma.
Tradición y emoción
A lo largo de la historia, distintos arquitectos y diseñadores han sabido crear un legado artístico a través de su pasión. Y la obra de Kengo Kuma parece ir por el mismo camino que maestros como Gaudí o Le Corbusier. Nacido en Yokohama, Japón, Kuma es en la actualidad uno de los principales referentes de la arquitectura asiática. Su carrera se inició en la Universidad de Tokio, donde obtuvo el título de Arquitecto en 1979, y a lo largo de su trayectoria profesional ha estado en contacto constante con la investigación y la docencia.
Su sello característico deriva de una combinación de técnicas ancestrales con diseño contemporáneo, al mismo tiempo que la emoción y sensibilidad por la naturaleza y el entorno sobre el que trabaja atraviesan todas sus obras. Así como lo llevan haciendo otros colegas en la actualidad, los diseños de Kengo Kuma tienen la habilidad de integrarse en el entorno, tanto urbano como natural, dando como resultado espacios orgánicos y armoniosos.
A finales de los ochenta, Kuma puso en marcha su propio despacho: Spatial Design Studio, en Tokio. Años más tarde, la empresa pasaría a operar bajo el nombre Kengo Kuma & Associates, que mantiene hasta hoy en día. En la actualidad, el arquitecto japonés también cuenta con oficinas en París, Beijing y Shanghái.
Materiales sostenibles de Japón al mundo
En sus casi cuarenta años de trayectoria, Kengo Kuma ha exportado sus diseños a todo el mundo, con construcciones en Estados Unidos, Francia, Italia, Polonia, Indonesia, Alemania, Canadá o Australia, entre otros.
Para Kuma, la forma de hacer arquitectura está estrechamente vinculada al contenido emocional y a la materialidad que le transmite el lugar donde proyecta. De hecho, el arquitecto japonés ha destacado, en varias ocasiones, que se enfrenta a una lucha contra el hormigón con el fin de encontrar una alternativa más sostenible a este material que “gobierna el mundo”.
En este sentido, Kengo Kuma utiliza con frecuencia la madera en sus proyectos, además de la piedra, la cerámica, el bambú o el plástico reciclado. La experimentación y la tradición artesanal están siempre presentes en todos sus proyectos.
Este ensayo constante con materiales ha llevado a Kuma a diseñar edificios trascendentales como el Museo de Historia de Nasu, hecho de cristal y acero, o el Museo de Arte Murai Masanari, realizado en madera. Con este mismo material también proyectó uno de sus trabajos más ambiciosos: el Estadio Nacional de Japón.
Su legado en España
De las más de cuatrocientas obras que lleva construidas Kuma en todo el mundo, cinco de ellas se encuentran en España y son de usos muy diversos. Desde una vivienda en Valencia, pasando por el interiorismo del flagship store de Camper en Paseo de Gracia, a la remodelación de la visita a la Casa Batlló.
El Centro Tecnológico Bosonit en Logroño está construyéndose bajo la dirección de Kuma desde 2020. Se trata de un edificio de 5.300 m2 que contará con una fachada de piedra texturizada y otra de metal, en línea con el espíritu tecnológico de Bosonit.
Respetando su curioso uso de materiales, el arquitecto japonés fue el encargado del interiorismo de la remodelación de una tienda de calzado Camper en Barcelona. Para el proyecto, Kuma utilizó placas cerámicas abovedadas que sirvieron de encofrado de forjados, un método de construcción clásico de Cataluña. En la tienda, la bóveda catalana funciona como mobiliario, utilizada en estanterías, bancos y exhibidores de los zapatos de la marca.
Kengo Kuma también fue el encargado de diseñar las nuevas escaleras y el atrio de la mítica Casa Batlló. La obra de Gaudí fue protagonista de algunas remodelaciones hace unos años con el fin de facilitar la visita de los turistas. Para ello, el recorrido de los ochos pisos que conforman la casa se realizó a través de escaleras de emergencia existentes, con unas pantallas de cadenas de aluminio que se mantuvieron suspendidas para capturar la luz.