El impulso lúdico del diseño de Mut Design para reinterpretar las bases del mercado internacional
Alberto Sánchez y Eduardo Villalón, entre Valencia y Lisboa, consolidan los 13 años de un estudio dedicado al diseño de producto que respalda su metodología de trabajo en el juego de la experimentación colaborativa.
El diseño de producto de Mut Design
Como muchos otros estudios de diseño, Mut Design empezó a dejar su sello en la industria con la participación en el Salone Satellite de Milán. Alberto Sánchez y Eduardo Villalón habían empezado a trabajar juntos en 2009, pero fue en este certamen donde empezaron a difundir su nombre en el sector. En 2012 ya habían llamado la atención de editores y fabricantes.
El estudio nació del interés y el éxito que despertaron sus primeros prototipos. “Aunque fue difícil y traumático, porque en España el diseño joven vivía un periodo de máxima complejidad”, como recuerda Villalón, consiguieron hacerse un pequeño espacio en una agenda repleta de propuestas. Lo hicieron muy rápido, en tan solo tres años, y desde que llegaron nadie ha sido capaz de apartarlos de este centro.
De hecho, fue durante los primeros compases de su trayectoria compartida cuando llegó, casi sin esperarlo, su consolidación. Con el acuerdo de colaboración con Expormin, en 2013 aterrizó Nautica Chair, un columpio que evocaba, con su ir y venir, los contrastes naturales de luces y sombras sobre las olas del mar. Tras un inicio que barajaba un abanico de caminos muy amplio, probando el diseño gráfico o la dirección artística, Nautica Chair orientó el trabajo y dirigió todo esfuerzo futuro hacia una vía determinada que ya nunca abandonarían: el diseño de producto.
Villalón asegura que la primera idea de la firma era convertirse en “una pequeña editora para vender y distribuir muebles al público”. Pero si antes las complicadas circunstancias que definían el contexto general del país se interpretaban como un obstáculo para el desarrollo de la empresa dentro del mercado, la actitud de los dos diseñadores consiguió reconvertirla en una oportunidad.
“Es un camino que nos hemos construimos nosotros mismos con paciencia”, celebra Villalón. Sin ningún familiar vinculado a la industria, ambos fueron capaces de crecer hasta llegar a 2023, en un viaje que baila entre Valencia y Lisboa a través de una metodología de trabajo multidisciplinar, erigiendo una red de colaboraciones externas para desplegar los bocetos que el dúo plasma sobre el papel.
La inspiración como fuente creativa
Esta búsqueda de cooperación externa (en el “estudio independiente” no son más de cuatro) se refleja en una de sus últimas propuestas: los jarrones y las sillas de Alcova, que homenajean el trabajo de chapa y pintura y son el resultado de una amalgama de ideas compartidas entre diferentes voces. La base de esta comunión descansa en el carácter lúdico del proceso creativo: conocer mundos nuevos para empezar de cero y crear sin nada preconcebido. Es aquí donde el valor artesano, tras la singularidad y originalidad de su ambición, gana enteros en la estructura de Mut Design.
La exploración de entornos nuevos y espacios desconocidos se ha concretado en Bruto, un proyecto disruptivo justificado en la interacción que promueve el choque entre ideas opuestas. En este punto coinciden propuestas de diseño, arte o tecnología: todo converge en una hibridación que busca destruir los esquemas racionales de la industria tradicional.
La huella de la firma viaja hasta Japón, China o Estados Unidos. Y todo, basándose en un trabajo que cree en la inspiración como experiencia de vida, alimentándose de cada rincón y dejando que la creatividad fluya sobre una hoja en blanco donde no hay nada escrito. Si en el trabajo de Bruto la propuesta se materializa, antes debe germinar desde el factor casual y aleatorio de la vida misma, abierta a los cinco sentidos de Sánchez y Villalón.
La globalización la interpretan en el estudio desde esta óptica: sin olvidar la oportunidad de mercado que ofrece, más allá “de borrar las tendencias y provocar que la coincidencia sea más habitual, hace que estemos más conectados”. El optimismo que impulsó la promoción del estudio a principios de la segunda década del siglo reverbera en la manera que tiene el taller de buscar nuevas oportunidades de colaboración: el éxito de un juego que supera las perspectivas nacionales. Como en el diseño de la prestigiosa Das Haus de Colonia en 2020, en la que sólo han conseguido participar diez diseñadores de todo el mundo.
Nautica Chair “nació de un viaje, como la gran parte de nuestras propuestas, cuando vimos una red sobre la playa de San Pedro (Asturias)”. Igual que el sillón Bolet, creado en colaboración con la firma Omelette Editions, gravitando alrededor de los hongos. El universo creativo infinito del dúo olvida los límites y diluye las fronteras entre el proceso y el producto. Esta capacidad, señala Villalón, promueve “que aunque nosotros siempre tratemos de adaptarnos a las empresas que nos hacen los encargos, ahora ya son ellas mismas las que nos buscan por cómo trabajamos”. Mut ha sabido hacerse un lugar no tanto por las soluciones que hace emerger de la nada, sino por los caminos que construye hasta llegar a ellas. El valor del juego.