Alessandro Manetti (BDW): “El diseño debe conectar con los grandes retos globales”
El comisario de la 18ª edición de la Barcelona Design Week medita sobre el papel que debe jugar el diseño, partiendo del factor humano, para favorecer la difusión de un discurso más sostenible para el medioambiente.
La Barcelona Design Week desembarca en la capital catalana del 16 al 28 de octubre. Aprovechando la mayoría de edad de las jornadas, el lema juega con los 17 objetivos de desarrollo sostenible que propuso Naciones Unidas en 2015, añadiendo un horizonte más que sirve como provocación para tratar de acelerar las distintas medidas a través del diseño. Alessandro Manetti, investigador de tendencias y gestor cultural de instituciones académicas vinculadas a la disciplina, reflexiona sobre las posibilidades que tiene el sector a la hora de construir un futuro más respetuoso con el medioambiente. Poniendo el foco en el factor humano, el comisario de esta 18ª edición trata de integrar las nuevas tecnologías con una vertiente más funcional que estética de la disciplina.
Pregunta: ¿En qué se diferencia la nueva edición de la Barcelona Design Week?
Respuesta: La exposición forma parte de un programa que se estructura alrededor del lema Design for Human Future, con el deseo de impulsar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 18. En sí mismo, este objetivo es una provocación que se suma a los 17 objetivos de desarrollo sostenible que la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) propuso en 2015. Básicamente, nuestra propuesta consiste en acelerar la aplicación concreta del listado de Naciones Unidas mediante la aplicación del proceso de diseño, para que genere condiciones que favorezcan un equilibrio entre el planeta y las personas. Nosotros somos parte del problema, pero también debemos ser parte de la solución: el diseño puede jugar un papel importante, no sólo como resultado final sino como proceso que asocie la creatividad a la estrategia. En esta dirección, hemos organizado una exposición paralela en colaboración con el estudio Domestic Data Streamers que pretende generar un diálogo abierto a través de obras interactivas, interpelando directamente a los visitantes sobre las posibilidades del diseño para acelerar los 17 objetivos. La Semana del Diseño no procura ser sólo una semana de eventos y exposiciones, sino que también busca convertirse en una plataforma de generación de conocimiento que, posteriormente, debe servir para formular una serie de propuestas que queremos enviar a Naciones Unidas para que aplique el proceso de diseño a sus objetivos de desarrollo sostenible.
P.: Si lo humano está en el centro, ¿qué papel juega la tecnología en todo este proceso?
R.: Tenemos que ser realistas: el factor tecnológico es uno de los vectores más importantes de disrupción y cambio. En esta situación, el diseño puede representar el manual de instrucciones invisible. A través del diseño de interfaz, que ponga en relación lo humano con lo tecnológico, se puede alcanzar un equilibrio que sea sostenible a todos los efectos. La tecnología está ganando terreno en aplicaciones innecesarias, en actividades que los humanos podríamos desarrollar usando simplemente nuestra capacidad cognitiva. Sin embargo, es cierto que la Inteligencia Artificial en el proceso creativo es una realidad. Con la exposición hemos querido proponer una reflexión visual acompañada de un texto que meditase sobre el equilibro correcto entre el proceso creativo de la nueva generación de diseñadores y la metodología tradicional.
P.: Sin embargo, si la tecnología funciona a nivel económico, ¿cómo podemos poner la creatividad por encima de la eficiencia para que lo humano siga siendo el actor principal?
R.: Actualmente hay dos tendencias. La primera es la estandarización: debemos tener precaución al incorporar herramientas tecnológicas porque generan una cierta convención en el resultado final. Sin embargo, por otro lado, el diseño ha ido derivando durante los últimos quince años hacia una personalización que se asienta sobre las necesidades y deseos de los propios diseñadores, potenciando al individuo como individuo. La tecnología, si quiere desplegarse a través de un proceso de diseño, puede ayudar a ambas cosas. La clave para mi está en utilizar, también en el proceso creativo, métodos mixtos; es decir, asociar a la herramienta tecnológica un proceso que forzadamente sea analógico y manual.
P.: ¿Cómo podemos hacer la transición entre la expresión estética del diseño y su matiz funcional?
R.: Estamos haciendo más hincapié en lo funcional con el objetivo de cambiar la perspectiva. El diseño no puede ocuparse sólo de las costumbres y hábitos, de las necesidades y sueños de los usuarios finales. El diseño también tiene que conectar con los grandes retos globales, que son aquellos que reflexionan sobre la supervivencia del género humano en el planeta. El diseño tiene que ayudar, desde un punto de vista funcional, para generar propuestas que tengan un impacto más allá de la micro dimensión. En este sentido, el proceso de diseño asociado a la vertiente tecnológica, no sólo a la Inteligencia Artificial sino también a los nuevos materiales y a las múltiples invenciones que han llegado durante los últimos diez años, puede resultar una herramienta absolutamente necesaria e imprescindible.
P.: ¿Cómo podemos democratizar el diseño sostenible para que sea accesible para todos?
R.: Esta es una discusión que lleva latente muchos años. La respuesta más fácil es que debemos intentar mantener unos costes accesibles, ya que son el primer canal de entrada para el uso de los productos. Para acelerar la democratización -empleando una respuesta un poco general pero que creo que puede funcionar en un futuro próximo- debemos aumentar, mediante la educación, una cultura del diseño apta para todas las latitudes. Es decir, difundir una cultura del proceso de diseño no sólo desde su función estética, sino como proceso eficaz para la resolución de problemas. Así, antes de democratizar el diseño en sí mismo, conseguiríamos hacerlo accesible desde su capacidad de generar resultados finales a través de sus metodologías y procesos.
P.: ¿Las empresas están siguiendo estrategias para materializar estas propuestas?
R.: Con el Covid perdimos una magnífica ocasión para lograrlo. Desde 2019, creo que hay un cierto retorno a una perspectiva de crecimiento económico y de eficiencia pura y dura. No obstante, veo en las nuevas generaciones y en el lanzamiento de nuevas start ups una serie de valores arraigados y consolidados que van en consonancia con los valores que rigen los 17 objetivos de desarrollo sostenible. Con el 18 también, a la hora de utilizar el diseño como proceso de desarrollo de proyectos para acelerar y conectar productos y servicios con estos grandes retos. Es cierto que es complicado acelerar determinados procesos tradicionales, pero soy bastante optimista con respecto a las nuevas generaciones y la adaptación que están haciendo de las nuevas tecnologías.
P.: ¿Barcelona es un espacio favorable para consolidar estas primeras iniciativas?
R.: Cada vez más, Barcelona se está posicionando como una ciudad que quiere aprovechar la tecnología de la información y de la comunicación para vincular algunos factores relativos a su tradición, y el diseño puede representar una línea de posicionamiento futuro a nivel de empresa. Si hablamos de administraciones públicas, el Ayuntamiento de Barcelona ha acogido de manera muy favorable la búsqueda por utilizar el diseño con motivos sostenibles. Encaja muy bien con el ADN de la ciudad, y es un discurso que ya empezó hace unos años. Con la organización de la Semana del Diseño, hicimos un estudio a escala global y nos dimos cuenta de que no sólo no existía una semana asociada a los ODS en Europa, sino que Barcelona respondía mejor a este posicionamiento. La idea de la Semana del Diseño y Barcelona no es que sea simplemente un tema del 2023, sino que se consolide como área de posicionamiento para los próximos años.