Esta reforma de un pazo ha convertido una casa en ruinas en una moderna vivienda.

Una casa señorial en Galicia, punto de partida para una reforma

En Galicia hay «censados» cerca de 900 pazos, aunque el número exacto no se sabe con certeza. Son viviendas típicas gallegas; bueno, típicas no, más bien grandes casas señoriales en el campo. Se caracterizan por sus grandes muros de piedra, estar rodeada de extensos terrenos cultivables y disponer de alguna que otra lareira en el interior.

Este antiguo pazo de Arzúa, en La Coruña, encierra tras sus viejos muros de piedra una vivienda de estética tradicional, pero adaptada a la vida moderna. La casa, que antiguamente se utilizaba como vivienda y zona de trabajo para los cultivos de las tierras colindantes, se sitúa en la autodenominada «tierra del queso», en el sudeste de la provincia. Un escenario único en el que el campo y la naturaleza se han convertido, inevitablemente, en parte de la reforma de este pazo, que ha llevado a cabo el estudio de arquitectura Arquid.

Un enclave privilegiado rodeado de naturaleza

La parcela tiene una extensión de aproximadamente 3 hectáreas y fue propiedad del terrateniente de la aldea. La ubicación, en lo alto de una loma, es privilegiada: desde dallí se pueden disfrutar de unas espectaculares vistas de la población de Arzúa. Un arroyo protegido cruza el terreno, en el que los animales pueden ir a beber y donde crecen grandes arboledas. Es como estar en un cuento de los hermanos Grimm pero en versión «tierriña».

Originariamente, la edificación se dividía en dos zonas: la vivienda, y la planta baja, que servía de establo y lugar de descanso de los animales. Con el paso del tiempo, el abandono de las instalaciones degradaron la estructura, que estaba muy dañada.

Cuando el proyecto llegó a manos de Arquid, la Xunta de Galicia se encontraba en pleno proceso de promoción del patrimonio histórico. Han promovido la recuperación de este tipo de viviendas con el fin de preservar el entorno natural y la tradición. Esta premisa coincidía a la perfección con el proyecto de rehabilitación que el estudio tenía en mente. El encargo era para una familia que buscaba tener una vivienda de veraneo en la que volver a conectar con el campo y la naturaleza. 

Muros de piedra para una vivienda contemporánea

Por respeto y cariño a los orígenes del lugar, se decidió que la edificación debía mantener los volúmenes y diseños originales, priorizando el entorno natural y recuperando el particular carácter del pazo. 

El proyecto consistió en la reconversión de esta construcción tradicional en piedra, buscando preservar su identidad original. Así, se proyectó un diseño exterior que fuera fiel al pazo original, manteniendo la estructura existente. En el interior, se dejaron a la vista las paredes de piedra y la cubierta de viguería como recuerdo de los orígenes rurales de la casa, que se abre al exterior con grandes ventanales. El mobiliario que decora la vivienda es una colección de piezas únicas de los propietarios, que se integran a la perfección en el proyecto de rehabilitación. 

La intervención en este proyecto es especialmente respetuosa con los orígenes de la edificación y busca realzar el valor histórico de lo preexistente. También se han utilizado materiales locales, y los espacios interiores han sido diseñados con el objetivo de mantener cierta esencia artesanal, tanto en color como en lenguaje y forma. El resultado son ambientes cálidos y acogedores dominados por la madera de roble, la piedra y el acero, sin separación entre lo viejo y lo nuevo.

De una forma natural y sin grandes alardes tecnológicos, el proyecto es sostenible, y favorece que su huella de carbono e impacto medioambiental sean mínimos. La casa se volvió a levantar de cero gracias a la reutilización del material de otras construcciones cercanas en ruinas. El resultado final: es como si la vivienda siempre hubiera estado allí. El proyecto final ha mantenido los muros de piedra, así como las vigas de cubierta en madera maciza y la ripia. Para conseguir una mayor fluidez e iluminación natural del espacio interior, se ha mantenido la doble altura en las zonas comunes.

En total, la vivienda consta de 4 habitaciones, 3 baños y un aseo. Las zonas comunes se distribuyen en un comedor con cocina abierta y despensa, el salón, la zona de la chimenea y el recibidor. Se pudo aprovechar también el desnivel de la parcela para crear un garaje que dejase el paisaje exterior visualmente despejado. Además, esto permitió elevar el techo del pasillo a 4 metros de altura, dándole amplitud a toda la vivienda. A lo largo de este se distribuyen las puertas de roble y hierro lacado en negro, específicamente diseñadas para recrear las entradas de los establos.

El valor de los detalles y materiales originales en la reforma de un pazo

Uno de los rasgos distintivos de esta casa es la típica chimenea gallega, también llamada «lareira». De grandes dimensiones, no solo se usa para calentar la vivienda; también tiene función de horno de leña y puede usarse para cocinar. Desde el inicio de la reforma de este pazo, sabían que este iba a ser el lugar de encuentro, así que debía integrarse cuidadosamente en el diseño. Alrededor se han colocado unos bancos, distribuidos en torno al fuego por dentro de la campana, lo cual crea un espacio delimitado, pero sin paredes. Justo detrás se sitúa la cocina y el comedor abierto, conectado a la «lareira», convirtiéndola en el epicentro de la casa.

Otro elemento emblemático es la escalera de caracol que da acceso a la planta superior. Destaca por un fino trabajo de cerrajería y su estructura realizada en acero corten. Es el mismo material con el que se fabrican muchos de las herramientas usadas en la labranza. Un guiño más al origen de la casa. 

Destaca también la integración de la madera de roble. Presente en suelos, techos y puertas, con las zonas de hormigón pulido pintado en color claro para permitir la instalación de calefacción por suelo radiante. Una integración de lo nuevo y lo antiguo que le da carácter propio a la vivienda sin renunciar a la comodidad. Así mismo, las carpinterías originales de las ventanas se han sustituido por unas construidas con madera y estructura de aluminio, garantizando el aislamiento térmico. 

Fotografía: Héctor Santos-Díez