Guillem Carrera abre una vivienda entre medianeras integrada en el entorno.
A través de un inteligente juego de volúmenes y aberturas, el arquitecto Guillem Carrera construye una vivienda entre medianeras, abriéndola a la belleza de un espacio declarado de interés natural: la alameda de Santes Creus, en la provincia de Tarragona. La apuesta por la tradición y los materiales de proximidad y una orientación que baña el interior de luz natural son las claves de un proyecto que se convierte, así, en un modelo de integración y respeto por el entorno.
Obra Finalista en la Bienal Alejandro de la Sota 2021
No siempre es sencillo desarrollar un proyecto entre medianeras. Las construcciones de las parcelas contiguas y las normativas de edificación condicionan la forma y el volumen que acabará teniendo la vivienda. Si a esto le sumamos un emplazamiento frente a un espacio de interés natural y la proximidad a un monasterio del siglo XII, las opciones se reducen. El arquitecto Guillem Carrera supo resolverlo con éxito y diseñó una casa que cumple con todas las necesidades de los propietarios, algo que le permitió ser obra finalista en la Bienal Alejandro de la Sota 2021.
Con vistas a la alameda
Después de analizar las viviendas contiguas y la naturaleza que rodea la parcela, se siguieron tres vías de trabajo. La primera ayudó a situar los volúmenes respetando la altura de las casas vecinas. Así surgieron una planta baja, una planta primera y una segunda planta que alberga una gran terraza para disfrutar del exterior.
En segundo lugar, se conectó la vivienda con el paisaje, abriendo el jardín y la parte trasera, directamente a la alameda. El resto de huecos y entradas de luz se situaron en la parte delantera, orientada al oeste.
Por último, el interior se compuso con un juego de vacíos y llenos que relaciona visual y funcionalmente las estancias de la casa, haciendo que los espacios se perciban amplios y luminosos.
Respeto por el entorno
Con una estructura mixta de hormigón y acero, la vivienda descansa sobre una parcela estrecha y alargada en la que no se modificó la topografía original. Se utilizaron materiales de fabricación y aplicación tradicionales, tales como el mortero de cal, la cerámica artesanal, el acero o la madera, integrando la construcción en el entorno.
En el interior se dejó el hormigón visto en techos y escalera, buscando un contraste entre su textura gruesa y la ligereza del acero pintado en blanco. Los pilares en cruz contribuyen a destacar la idea de una estructura liviana.
La escalera, una de las protagonistas de la vivienda, conecta de manera óptima y escultural las tres alturas. Un vacío que recorre los tres pisos la acompaña en vertical, funcionando como un cañón que dirige la luz hasta el nivel inferior.
Certificación energética A
Una de las premisas iniciales era cumplir con los parámetros de eficiencia energética. Para ello se utilizaron soluciones de arquitectura solar pasiva y de captación de luz directa, sumadas a una envolvente del edificio compuesta por varias pieles con un comportamiento térmico excelente.
Fotografía: Adrià Goula