El nuevo Salón Toro es mucho más que la peluquería favorita de las influencers.
Ubicado en la zona alta de Barcelona, en sus 300 m2 imperan los tonos pastel o materiales cálidos como el terrazo o la cerámica. Además, el interiorista Francesc Pons ha sabido dotar al conjunto de una personalidad única, alejada de los típicos salones de belleza.
Salón Toro, en las mejores manos
Desde que abriera su primer establecimiento en 1995, en la calle Calvet de Barcelona, Salón Toro no ha dejado de recibir elogios. Gestionada por los hermanos Víctor, José y Eva Toro, es una de las peluquerías más exclusivas y codiciadas de la ciudad. Por algo modelos nacionales e internacionales, así como celebridades e influencers como Blanca Miró, Jessica Goicoechea o Silvia Bosch frecuentan este templo para el cabello.
En total, hoy en día cuenta con ocho salones repartidos en Cataluña. Pero el más reciente, ubicado en el número 6 de la barcelonesa Avenida de Pau Casals, brilla con luz propia por el trabajo que el interiorista Francesc Pons ha llevado a cabo en sus 300 m2. Tal como él mismo apunta: «El mayor reto ha sido trabajar para una marca ya establecida que quería un cambio alejándose del típico salón y de los patrones preestablecidos».
Lujo sin ostentación
Aparte de por su excepcional enclave, en la zona alta de la ciudad, el proyecto supone una simbiosis perfecta entre funcionalidad y estética. En la búsqueda de mostrar con honestidad el trabajo de los estilistas, se ha optado por la combinación de materiales vernáculos para generar sutilmente los diferentes espacios.
De hecho, en cuanto a su disposición, cabe destacar la gran amplitud de los puestos de trabajo; la prominencia de la recepción de terrazo; la celosía de cerámica artesana esmaltada y la vegetación natural, sostenida gracias a la creación de un gran lucernario.
«Intentamos usar los materiales de manera que se muestren tal y como son, sin artificios. Todos, como el terrazo, la cerámica, el acero inoxidable o el estuco, están tratados por auténticos artesanos», señala Pons. «Creemos que esta manera es la única en la que se muestra la verdadera personalidad. Igualmente, esa identidad ya dota de riqueza y lujo sin ruido al conjunto, sin necesidad de recurrir a cambios de tonos».
Los pequeños detalles importan
Acerca de las tonalidades pastel que imperan a lo largo y ancho del local, el estudio precisa que no ha sido una decisión aleatoria. «Uno de los parámetros básicos en un salón es la buena reproducción de color. De esta manera, usando tonos neutros y la correcta iluminación, se ha conseguido dicho efecto sin perder esa también deseada sensación de calidez», apostilla al respecto.
Aunque a simple vista pueda pasar desapercibido, el nuevo Salón Toro resguarda otros secretos. Por ejemplo, en lugar de dejar a la vista o esconder las instalaciones, se ha optado por una tercera vía: la creación de unos falsos techos curvos que permiten ocultar aquellos elementos no necesarios para la configuración espacial.
Mención aparte merece la iluminación, uno de los aspectos que más se han mimado en el proyecto. Más allá de la iluminación natural, que cuenta con un sistema de regulación activo, se han usado dos temperaturas de color distintas. «Por un lado, la iluminación cálida más general que inunda el espacio. Y, por el otro, focos de carácter más puntual con temperatura de color más neutra, filtrados y con una muy buena reproducción cromática, orientados a mostrar los colores lo más natural posibles», asegura Pons.