Nike gana la partida con el nuevo Centro de Innovación LeBron James.
El sorprendente edificio, diseñado por el arquitecto estadounidense Olson Kundig, lleva el nombre del famoso jugador de baloncesto de Los Angeles Lakers. Se encuentra en Beaverton, el mismo lugar en el que se halla el cuartel general de la firma de moda deportiva.
En busca de la perfecta sinergia
No cabe duda de que LeBron James, el jugador de Los Angeles Lakers, a sus 36 años es una leyenda tanto dentro como fuera de las canchas de baloncesto. Por esto mismo, a nadie ha extrañado que Nike haya bautizado su nuevo laboratorio de investigación y desarrollo de 7.800 metros cuadrados con su nombre.
Levantado dentro del campus y cuartel general de la marca en Beaverton, en el estado de Oregón, el Centro de Innovación LeBron James llevará a cabo labores de estudio y de análisis, así como de desarrollo de productos.
Ideado por el arquitecto Olson Kundig, cuenta con una cancha de baloncesto de tamaño completo; una pista de resistencia de 200 metros y una de carreras de 100 metros; 4 cámaras capaces de simular distintas condiciones climáticas y un campo de entrenamiento de césped artificial. Además, dichas instalaciones están rodeadas de 97 placas de registro de fuerzas y 400 cámaras que componen el sistema de captura de movimientos más grande del mundo.
Del mismo modo, más allá de acoger a más de 700 trabajadores (entre ellos, desarrolladores de materiales e innovación de prendas de vestir), el espacio fomenta la polinización cruzada de ideas. Es por ello que su atrio central abierto, de cuatro plantas, elimina las barreras físicas a la colaboración. En realidad, busca alimentar la cultura de la participación entre los distintos departamentos de la marca.
«La amplia transparencia y la circulación entrelazada en todo el edificio engendran una cultura renovada de colaboración e interacción serendípica. El pasillo social del edificio es a la vez bidimensional, en cuanto a la disposición física y la planta, y tridimensional, con el gran espacio del atrio central que ofrece vistas y conexiones con otras plantas«, apunta Kundig.
Funcional y sin grandes ornamentaciones
Igualmente, su parte superior es todo un ejemplo de innovación en sí misma. En primer lugar, por su atrevida extensión en voladizo, situada a 15 metros de la entrada principal. Y, segundo, porque su estructura hace un guiño al icónico patrón waffle de las suelas de las primeras zapatillas Nike.
Claro está, mención aparte merece la rampa de 46 metros, con una inclinación del 15.63%, que hay justo fuera de la entrada principal. ¿El motivo? No solo responde a una función meramente estética, sino que ofrece a los atletas la oportunidad de entrenar en un campus que carece de una colina natural.
De hecho, a diferencia de lo que se podría pensar, sus acabados interiores son deliberadamente crudos y elementales. Por ejemplo, los escritorios de madera contrachapada funcionan al mismo tiempo como bancos de trabajo. Mientras, los muros de hormigón conservan intencionadamente las marcas y anotaciones de los contratistas. Como indica Kundig, «el edificio está diseñado para ser funcional, de rápido movimiento y basado en el rendimiento. Queríamos evitar cualquier cosa demasiado ‘preciosa'».
Esta crudeza se ha atenuado, sobre todo, con elementos que cuentan la historia del legado de Nike. Y, al mismo tiempo, con espacios públicos dedicados a la figura del propio LeBron James. Además, la edificación sobresale por su carácter sostenible. El atrio central destaca por su ventilación pasiva y su innata iluminación natural, y se ha incorporado un conjunto de placas fotovoltaicas.
Imágenes cortesía de Nike
