El aluminio, un material para la arquitectura, 100% reciclable.
Convive con nosotros desde principios del siglo XIX, pero hoy está más en boga que nunca. Sus propiedades -ligero, resistente y reciclable- lo han convertido en uno de los materiales predilectos en el mundo de la edificación, la industria y el transporte. Te explicamos por qué el aluminio es perfecto para nuestros tiempos.
Aluminio, 200 años de evolución
En un mundo en el que la preservación del planeta se ha convertido en un compromiso ineludible para cualquier tipo de industria, la elección de los materiales de fabricación y edificación se ha postulado como algo prioritario para cualquier empresa. «Dime de qué estás hecho, y te diré si te compro» parece una nueva praxis cada vez más habitual entre usuarios, preocupados por ejercer un consumo respetuoso con el medio ambiente. En este contexto, el aluminio destaca entre los demás metales como el elemento que reúne todas las exigencias de hoy en día.
Su origen se remonta a principios del siglo XIX, coincidiendo con el desarrollo de la física y la química. El nombre original, aluminium, se lo asignó el científico británico Humphrey Davy en 1809. Su procedencia es totalmente natural, ya que se extrae de la corteza terrestre; concretamente de un mineral muy abundante llamado bauxita. Está en las rocas, la vegetación y los animales.
Con más de 200 años de historia desde su descubrimiento, hoy en día el aluminio está totalmente presente en nuestro entorno. Convivimos con él cada día. Lo podemos encontrar en la carcasa de un iPhone, en una cápsula Nespresso, en el chasis de un Jaguar o en la fachada del mismo Empire State Building.
Ligero, resistente y sostenible
Si hay una característica del aluminio que sobresale por encima de otros materiales es su ligereza combinada con una increíble resistencia.
Asimismo, se trata de un elemento infinitamente reciclable. Se puede reusar en su totalidad para fabricar otros productos. De hecho, el 70% del aluminio extraído por la humanidad hasta fecha de hoy sigue estando en uso. Y puede seguir haciéndolo eternamente.
Por ello, fomenta una economía circular. No genera residuos y la energía necesaria para su reciclaje es muy inferior a la de la producción original.
El aluminio en la arquitectura
La calidad del aluminio no tiene rival, es único combinando ligereza, resistencia, durabilidad, aislamiento y reciclabilidad. Por ello muchos arquitectos e interioristas lo eligen para sus proyectos. Es el material más utilizado en los cerramientos de edificación: muros cortina, cubiertas, puertas, cancelas, vallas, porches, verandas, etc. y el más habitual para ventanas. Estas ofrecen un aislamiento acústico y térmico inmejorable.
Permite crear estructuras permanentes y seguras, ignífugas, que no emiten sustancias tóxicas. Ofrecen infinidad de diseños y posibilidades constructivas.
El aluminio en la industria
Sus propiedades son perfectas para un sinfín de productos, desde la fabricación de reactores nucleares a baja temperatura (absorbe relativamente pocos neutrones) hasta líneas eléctricas de alto voltaje (sustituyendo progresivamente las hechas con cobre en las década de los 50). En la actualidad es una de las formas más económicas y eficientes de transportar electricidad.
Lo encontramos en antenas de televisores y satélites, así como en la industria química, donde se utiliza para fabricar tubos, recipientes y aparatos. También es perfecto para maquinaria industrial, como ascensores (motor y estructura), agrícola, instalaciones de regadío, puentes grúa, puertas automáticas…
Está en nuestra vida cotidiana, para proteger alimentos, en juguetes, utensilios de cocina, papeles decorativos y, sobre todo, en packaging (latas, tapas de yogur, medicamentos…).
El aluminio en el transporte
La combinación de una extrema ligereza con una gran resistencia hace del aluminio el material perfecto para la industrial del automóvil. Esta propiedad permite una reducción de hasta un 30% del peso del vehículo, lo que se traduce en un menor consumo de carburantes y, por lo tanto, una disminución de las emisiones de CO2 y óxido de nitrógeno en beneficio del medio ambiente. Además, casi el 100% del aluminio usado en automóviles se recicla posteriormente. Como consecuencia, su uso se ha intensificado notablemente en el siglo XXI, y continua en alza.
Actualmente, grandes marcas de la automoción fabrican sus vehículos con chasis de aluminio. Entre ellas, Jaguar, Audi, Ford o Tesla. También se emplea en algunos componentes para motores, pistones, ruedas, cajas de transmisión, así como estructuras y carrocerías.
El sector ferroviario es otro de los beneficiados por el empleo de aluminio. Se usa para la fabricación de locomotoras, se encuentra en las estructuras de los trenes de alta velocidad o en las catenarias. Un dato curioso: un tren de aluminio consigue un ahorro de energía del 87% en sus casi 50 años de vida media.
También es un material idóneo para la construcción de cascos y mástiles de embarcaciones o pantalanes de los puertos marítimos, por su resistencia a la corrosión del agua salada. Y en el sector aeroespacial es fundamental por atributos como la resistencia, ligereza y maleabilidad, siendo el material perfecto para fabricar aviones o naves espaciales.
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