Un sobreático de lo más peculiar: verde, rosa y sin puertas.
La última planta de un edificio construido en el año 1959 en el barrio barcelonés de Gràcia esconde este luminoso y colorido apartamento. Un proyecto del estudio dirigido por Aureli Mora y Omar Ornaque, AMOO, con un estilo muy fresco, joven y moderno.
Fuera tabiques
«Desde un primer momento, la intervención planteó invertir la distribución de usos de la casa original«, explican desde AMOO. Optaron por derruir todos los tabiques. Sin embargo, ante la negativa de la comunidad de vecinos de acometer cualquier intervención estructural, los muros de carga tuvieron que mantenerse intactos .
La vivienda ocupa una planta rectangular que sólo se ve interrumpida por el núcleo del ascensor y la escalera, y por uno de los muros de carga de la estructura original.
Zona común muy versátil
Muy clara, la propuesta da respuesta a los deseos de la propietaria. Además de una gran habitación con baño y vestidor totalmente abiertos, pidió a los arquitectos una gran área común donde trabajar y recibir a familiares y amigos cómodamente.
Con una superficie de poco más de 60m2, la casa se distribuye en dos áreas separadas por el núcleo de la escalera. Con la zona común volcada a la fachada SO, la habitación y su baño se orientan hacia el SE.
Mobiliario envolvente a medida
La característica envolvente, con una fachada continua de 1,65 metros de altura y un faldón inclinado que la acompaña (reflejo de la cubierta), junto al núcleo de acceso y al muro de carga, condiciona el interiorismo. Para dar respuesta a esta particular situación, AMOO ha diseñado mobiliario a medida que se adapta a los espacios de forma ambivalente, incluso ambigua. Sofás que son camas y se convierten en escritorios; camas que son armarios se convierten en bañeras.
La fluidez que caracteriza el espacio se ve potenciada con la casi inexistencia de puertas. Más allá de la de acceso a la vivienda, sólo dispone de una puerta, la del baño de cortesía, para comodidad de los invitados.
En paralelo a la fachada de mayor longitud discurre una estantería trasdosada. Además de actuar como aislante térmico, funciona como un elemento homogeneizador que recoge y singulariza unas ventanas originalmente de poca entidad.
Para suavizar y añadir carácter al muro de carga que no se permitió derribar, una pilastra jónica de mármol rosado en su testa lo refuerza simbólicamente, apuntalando la tranquilidad general de la comunidad.
Los tonos pastel utilizados en parte del mobiliario y revestimientos combinan a la perfección con un suelo de madera que añade calidez. Todo ello, sobre un telón neutro de fondo blando que, además, potencia la luminosidad.
Fotografía: José Hevia