Un escondite de colores en el Bloque Quirúrgico del Hospital Sant Joan de Déu.
Lo han vuelto a hacer. Rai Pinto estudio, con el interiorismo, y Dani Rubio, con el diseño gráfico, nos han hecho sonreír. Como ya hicieron con “El Escondite de los Animales” hoy tenemos ocasión de ver el recién inaugurado Bloque Quirúrgico para el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Un lugar poblado de aves y colores para endulzar los tragos amargos.
Todo es de color
Todos tenemos muy presente la sensación de estar dentro de un hospital. Espacios construidos a partir de estándares muy estudiados de color, materiales y temperatura de la luz. Rai Pinto, en cambio, hace pequeños ejercicios de distracción, manteniendo la asepsia en un entorno de juego, transgrediendo algunas normas o flexibilizándolas, para que la ilusión momentánea se cuele en un hospital.
Esta posibilidad de fuga parecería necesaria siempre, pero si los usuarios son niños se hace obligatoria. En palabras del propio estudio Rai Pinto “el objetivo principal ha sido humanizar la parte del Hospital que da más miedo a los niños”.
Vuela, vuela
Este proyecto da continuidad a la anterior intervención del año 2012 “El Escondite de los Animales” del mismo estudio, implementando nuevas áreas del hospital. Sin embargo, en esta ocasión, el área del proyecto, de unos 2.200 m2, representa una zona de uso dentro del hospital más delicada y restrictiva. Delicada porque es un umbral de acceso a un quirófano, y esto nos predispone al miedo; y restrictiva porque las medidas higiénicas a cumplir limitan mucho el espectro de posibles materiales que usar.
En este recorrido hacia el quirófano hay que distinguir como mínimo dos tipos de usuario a quienes va dirigido el proyecto. Por un lado, los ingresados, que acceden a esta zona principalmente en camilla, con la mirada dirigida hacia el techo. Por otro, los que esperan, niños y adultos, que requieren lugares confortables donde dejar que pasen las horas, seguramente.
Es muy posible que sea esta distinción la que justifica muchas de las decisiones tomadas. Aves de vinilos por paredes y techos, celosías como filtros entre unas zonas y otras, mobiliario interactivo con el que transformar la sala de espera en un tablero de juego.
Todos estos recursos quedan resueltos con materiales austeros como los vinilos de colores y la madera natural. Una paleta de color viva con cuatro colores -rosa, magenta, turquesa y verde agua- para ir salpicando el blanco imperante y construir la ilusión de un paisaje natural, exterior y casi podríamos decir que sonoro.
Fotografía Pol Viladoms