Un cobertizo de luz en Londres.
Diseñar y fabricar un espacio a medida donde alojar su propio estudio de arquitectura ha sido el objetivo que el arquitecto Richard John Andrews se propuso con este proyecto.
Situado en la parte trasera del jardín de una casa adosada en el este de Londres, el nuevo volumen está fuertemente condicionado por el entorno donde se sitúa. El acceso, a través de una vivienda recientemente reformada, hizo necesario optar por una paleta de materiales sencilla y ligera, que facilitase la construcción in situ.
Sostenible y a medio camino entre el trabajo y el juego, el estudio se diseña flexible y dinámico. Se permite así cambiar su uso: de lugar de trabajo a espacio de reunión con familiares y amigos. Con capacidad para dos o tres personas, su distribución facilita el movimiento y cambio, dependiendo de las tareas a realizar. Este dinamismo materializa el espíritu del arquitecto londinense. «Siempre estoy buscando nuevos proyectos de colaboración, freelancers nómadas e diseñadores de distintas disciplinas», señala.
Cobertizo de luz
Concebido como un proyecto de autoconstrucción, el estudio utiliza materiales baratos y resistentes. Con una superficie de 12 metros cuadrados, su interior acoge un espacio elegante y acogedor. Puertas correderas de madera conectan el espacio con el jardín y paneles de policarbonato en el techo dan nombre –’The light shed’ (Cobertizo de luz)– a un espacio inundado por una característica atmósfera lumínica.
Los materiales elegidos dan respuesta al entorno específico donde se ubica el cobertizo y su posición en el jardín. «La orientación sur y el tipo de tareas a desarrollar en su interior hicieron necesario bloquear cualquier luz solar directa a través de las paredes este, sur y oeste», cuenta el arquitecto. Esto se ha logrado mediante un sistema modular de láminas de madera contrachapada, revestido de paneles corrugados de fibra de vidrio negro.
Conexión con la naturaleza
Además de filtrar una luz difusa al interior, el techo de policarbonato permite una conexión saludable y estimulante con la naturaleza. Por su diseño, este material se calienta al sol y ofrece una atractiva superficie de descanso para los pulgones que florecen en el sicómoro sobre él. Esto, junto con la excesiva savia del sicómoro, ayuda a retener a los pulgones, proporcionando alimento a las pequeñas aves locales. Desde su instalación, el techo se ha convertido en un centro vibrante de actividad ornitológica. Gracias a él se promueve una historia de éxito de biodiversidad dentro de un pequeño jardín en el este de Londres.
Fotografía: Chris Snook Photography