Una reforma en Madrid «de lo más cítrico».
El estudio Aldescubierto ha inundado de naranjas flotantes este apartamento, en un edificio de 1910 en el centro de Madrid.
Cristina Manene Roca y Fernando Orte García son los autores de esta original reforma en Madrid. Un antiguo apartamento, que los arquitectos han reformado y reorganizado en torno a una estructura en forma de árbol. De esta manera, y con una pieza central con todas las áreas de servicio en su interior, el resto de las estancias surgen como ramificaciones.
«En forma de árbol, esta estructura permite grandes espacios hacia fachadas y medianeras», cuentan los arquitectos. Las funciones más compactas quedan, en cambio, concentradas en el centro de la vivienda.
Inspirada en la naturaleza
Con una distribución orgánica, inspirada en la naturaleza, la vivienda se organiza en tres habitaciones y un gran espacio central. En su interior, muros ‘invisibles’, estratégicamente colocados, ocultan las habitaciones y los elementos funcionales a la vista, así como los electrodomésticos y las zonas de almacenamiento.
Además de la organización espacial, las columnas y vigas recuerdan a un gran árbol que recorre el espacio. En acero negro, destacan sobre el neutro telón de fondo blanco de los paramentos verticales y el techo. Para no romper la homogeneidad que caracteriza el proyecto, para el suelo, se ha optado por madera en tono claro.
Arquitectura al descubierto
Haciendo gala de su nombre, al descubierto, los arquitectos han abierto la casa a los patios y el espacio exterior, en búsqueda de una ‘arquitectura al descubierto’ (valga la redundancia). Con el espacio diáfano del estar-comedor-cocina y el dormitorio principal abiertos a la calle a través de balcones; los dos dormitorios secundarios y el baño vuelcan a los dos patios.
Frente a la imagen convencional del típico apartamento amueblado para su uso, desde ‘al descubierto’ han preferido presentar la reforma en Madrid como una prolongación de la naturaleza en la ciudad. Para ello, la vivienda se concibe desnuda, como el suelo debajo de un árbol, para luego llenarse de naranjas que van cayendo de sus ramas. «Como ocurre en la naturaleza, donde el suelo es habitado progresivamente por frutas que van cayendo de los árboles, aquí el espacio se presenta inundado de naranjas», explican los arquitectos.
Fotografía: Omar Miranda