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Explosión de color en Monterrey, México.

Moneo Brock, el estudio fundado en 1993 en Nueva York por Belén Moneo y Jeffrey Brock, es el autor de esta original casa en la ciudad mexicana de Monterrey. Rodeada por un espectacular paraje natural y bautizada por sus autores como "Flor de Viento", esta explosión de color ha sido el poco convencional premio de la 205ª edición del Tradicional Sorteo del Tecnológico de Monterrey. Con él, el TEC reúne fondos para apoyar el programa Líderes del Mañana a través de recaudaciones para becas a sus alumnos.

Situada en el extremo sur de la ciudad mexicana de Monterrey, junto al parque ecológico Chipinque, la nueva construcción emerge en un paisaje urbano dominado por la Sierra Madre. «La belleza del entorno nos cautivó desde un primer momento», apuntan los arquitectos, que diseñaron la casa en torno a cuatro árboles preexistentes en el solar. Tres nogales y un trueno, que arropados por una arquitectura que los ensalza forman ya parte de la casa.

Desde fuera, la casa se lee como una sucesión de muros de colores, que flotan y avanzan hacia el jardín escondiendo la volumetría de la vivienda. Perforados por huecos y de fuerte carácter plástico, hacen referencia a la arquitectura mexicana más colorida, desde la vernácula hasta la de maestros como Barragán o Legorreta.

Un entramado de muros

Entre este entramado de muros, las estancias de la casa se diluyen hacia el exterior. Con un jardín, un patio o una terraza propia, cada una de ellas se apropia de un paisajismo diferente y un carácter único, a través de una luz a veces reflejada, otras directa y en ocasiones tamizada.

La gran pendiente del terreno sobre el que se asienta la casa condiciona su acceso por la planta intermedia, que junto a la azotea alberga las zonas comunes. Bajo ella y el nivel inferior se sitúan los dormitorios, aprovechando la inercia térmica de la tierra para aportar frescor y ahorrar energía. Su orientación, al jardín noroeste, resulta óptima para estas estancias.

Dentro, el color vuelve a protagonizar un espacio colonizado por los muros. Conservando su autonomía, estos avanzan hacia el interior, donde conviven con papeles pintados de la marca inglesa Mural Wallpaper y baldosas mexicanas de llamativos patrones geométricos.

Interior también de color

Algunas piezas, como las coloridas, geométricas y orgánicas alfombras, son diseño de Moneo Brock. En acrílico traslúcido de vibrantes colores, el biombo PlexiJazz recibe al visitante en el vestíbulo, anticipando lo que será el interiorismo de la casa. El gran tapete, que imitando las madera forma un parquet, es también diseño del estudio.

Completa el interiorismo piezas de mobiliario de conocidos diseñadores internacionales y marcas de prestigio, que conviven con firmas menos conocidas. Entre las piezas seleccionadas, destacan dos sofás diseñados por Patricia Urquiola para Kettal y un sofá Polder de Hella Jongerius para Vitra, en el salón principal. Junto a las butacas Slow Chair de los hermanos Bourollec para Vitra, las Sonia D, diseñadas por Moneo Brock para Ecus. En la cocina, los taburetes de Viccarbe resaltan sobre un patrón geométrico en tonos azules. Todo ello iluminado por lámparas de techo, suelo y pared de Vibia, Marset y Artemide.

Arquitectura sostenible

Diseñada desde un enfoque sostenible, la casa incorpora medidas bioclimáticas que minimizan su impacto ecológico. Desde el respeto por la naturaleza preexistente y su organización en patios en torno a ella, a la lámina de agua de la planta baja. Además, los huecos de han orientado para que los vientos predominantes, de este a oeste, favorezcan la entrada de aire fresco y evacuación de aire caliente.

La situación de la piscina en la azotea ayuda a amortiguar el sobre-calentamiento de esta zona de la casa. Al igual que ocurría con la lámina de la planta de acceso, las propiedades térmicas de la masa de agua mantienen una temperatura agradable, gracias a los procesos continuos de evaporación y radiación nocturna. La cubierta queda además protegida bajo una sucesión de pérgolas y toldos.

Persianas exteriores hacia el este, pantallas verticales al oeste y aleros horizontales hacia el sur protegen las fachadas del soleamiento. De esta forma, todos los espacios interiores disponen de iluminación natural debidamente controlada, permitiendo que el sol entre directamente muy pocas horas del día y nunca en verano.

Un plan de aislamiento térmico incorporado a los paramentos verticales exterior completa el diseño pasivo de la casa. Para ello, se ha prestado especial atención a los puentes térmicos, insistiendo en la continuidad de una capa adecuada de aislamiento en todo momento. Sin olvidar las ventanas, todas ellas con rotura de puente térmico y doble acristalamiento, los electrodomésticos de bajo consumo y los sistemas de iluminación eléctrica basada en tecnología LED.

Fotografía: Adrian Llaguno

 

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