Casa L4. Una escultura de hormigón en Argentina.
Construida para ser ocupada puntualmente en periodos vacacionales, tanto por sus propietarios como por posibles inquilinos, la vivienda ocupa un área prácticamente virgen. En un bosque de pinos y con una diferencia de cotas en sentido transversal de 2 metros entre sus dos extremos, la parcela desciende suavemente hacia el mar.
Una casa de hormigón
Además de su fácil mantenimiento, perfecto para una casa no ocupada habitualmente, el hormigón establece, por su color y textura, un diálogo armónico con el lugar. Un entorno con una vegetación y una topografía que la intervención trata en todo momento de respetar.
«Para lograr que la casa quedara inmersa en el bosque decidimos ir más allá de las distancias establecidas por normativa» explica el arquitecto. La mayor separación de la calle permite así que los espacios interiores ganen privacidad, sin perjudicar por ello el espacio posterior, que se prolonga visualmente más allá de los límites de la parcela.
El acceso a la vivienda se produce a través de un porche en sombra del que arranca una estrecha escalera. Contenida entre dos muros de hormigón, esta desemboca en el espacio diáfano y luminoso de la planta principal.
Plasticidad constructiva
Protagonistas de la casa y comunicadas entre ellas, las áreas vivideras ocupan el corazón de la vivienda. La escalera de hormigón tiene un fuerte carácter escultórico. Se encuentra situada entre el estar y el comedor-cocina. Y separa unos espacios que mantiene visualmente conectados.
Planos acristalados de suelo a techo, en fachada principal y posterior, abren las estancias más públicas al paisaje. Con un porche semicubierto prolongando el espacio del estar al exterior.
Para lograr la mayor privacidad posible en la zona de noche, esta se sitúa en las esquinas de la planta. Los cuatro dormitorios –cada uno con su propio baño– se han dispuesto como piezas exentas. Éstas se encuentran además separadas del perímetro de fachada.
Con nichos y salientes, los muros de hormigón que independizan las distintas estancias funcionan también como muebles de apoyo fijos.
La diferencia de cota entre los linderos hace que las soluciones adoptadas para dotar de privacidad los dormitorios sean distintas en cada fachada. Mientras que en el lado con mayor cota el tabique cuelga del techo, dejando abierta la zona inferior, en el extremo más deprimido la solución es la contraria: un muro bajo con una abertura lineal alta. Ambas permiten disfrutar de la luz y las vistas sin perder por ello privacidad.
Reforzar la iluminación natural
La gran profundidad de la planta hizo necesario reforzar la iluminación natural desde la cubierta. El prisma acristalado, abierto sobre la escalera, ilumina el espacio central. Además, se incorporaron aberturas puntuales. Como la situada en el espacio de la cocina-comedor. De igual forma, lucernarios sobre las duchas introducen la luz en los baños.
Con pavimento de madera y dos piscinas, la azotea se convierte en un privilegiado espacio de contemplación. El cubo de vidrio que alberga la escalera permite disfrutar de vistas de 360º.
Fotografía: Daniela Mac Adden