Federico Babina: «Sintetizar es difícil porque hay que saber qué se puede quitar».
Babina estudió arte en la Universidad de Bolonia, su ciudad natal, y arquitectura, en Florencia. Ha ejercido como arquitecto en Italia, Holanda y España. No hace tanto, mandó unos dibujos a una revista y no solo se los publicaron allí…, sino en otras muchas. Después, vieron la luz sus dos libros: Archist y Archbet. Babina nos ha invitado a su casa de Barcelona, donde lleva viviendo ya 10 años. En su hogar, charlamos acerca de su carrera, su perspectiva de futuro y la premisa que guía su proyecto gráfico: que todo arquitecto debe ser también ilustrador, pues el diseño es la primera manera de dar forma y cuerpo a un proyecto. Él lo tiene claro: dibujo y arquitectura son dos universos que deben dialogar.
¿La arquitectura es divertida?
“Yo me divierto mucho con la arquitectura: imaginando mundos, proyectando espacios, dibujando ideas… Debo reconocer que la profesión de arquitecto tiene algunos aspectos tediosos. Por ejemplo, los procesos son largos y la parte creativa realmente breve. Pero, en general, es una profesión que me encanta”.
El cuadro que preside su salón es una obra suya en técnica mixta y reproduce momentos destacables de la vida de Núria, su pareja, y él.
¿Qué te trajo a vivir a Barcelona?
“Me vine por amor. Conocí a mi novia, Núria, cuando tenía 17 años, pero pasado un tiempo nos perdimos la pista. Después de un reencuentro casual hace unos años ya no nos hemos vuelto a separar”.
Al decidir entre Italia y España, finalmente ambos se decantaron por Barcelona: “una ciudad que me gusta porque es muy abierta y la vida se hace fuera. Además, la arquitectura aquí es muy viva, más avanzada en el aspecto de las propuestas contemporáneas que en Italia”, dice Babina.
El ilustrador en su casa, con dos de sus obras de la serie Archicine: ‘Rear Window’ (La ventana indiscreta) y ‘North by Northwest’ (Con la muerte en los talones), ambas de Alfred Hitchcock.
Tu obra ilustrada es una mirada transversal a la arquitectura. ¿Cuál es el objetivo de tus creaciones?
“De pequeño me gustaba poner la cabeza entre las piernas y ver el mundo del revés. Era uno de mis juegos favoritos. Todavía lo hago ahora porque quiero mirar las cosas desde una perspectiva diferente”, cuenta.
De su obra reconoce que le gusta la simplicidad: “quitar lo superfluo en lugar de añadir para que el resultado sea más potente visualmente. El proceso de sintetizar es difícil porque hay que saber qué se puede quitar”.
¿Por qué te gusta trabajar en series?
“Al inicio no lo concebí así y hacía obras sueltas. Trabajar en series me da pie a formar un universo más amplio de la misma temática, un hilo conductor en el que nunca intento escapar de la realidad. Cada ilustración es la pieza de un gran mosaico y aunque cada una cuenta una historia diferente, todas se funden en una visión general. Cada dibujo es como el capítulo de un libro. Siempre las dejo en el mismo orden de creación. Y un ejercicio que me gusta hacer es ver la evolución desde la primera imagen hasta la última de un mismo trabajo. La inicial siempre es la más sencilla y alguna vez me ayuda volver a ella y observarla para no perderme durante el camino creativo”.
.Tu penúltima serie, Architale, rinde homenaje a los cuentos infantiles: Los tres cerditos, Pinocho, Aladino y la lámpara maravillosa… ¿Cómo es una casa de cuento?
“Te debe sorprender. Me gusta pensar que la arquitectura es como un regalo con un envoltorio y que luego, en el interior, siempre hay algún elemento fascinante, mágico. Al igual que pasa con las casas de los cuentos, que siempre tienen elementos que no te esperas”.
¿Cómo imaginas la vivienda perfecta?
“Aparte de que te acompañe la presencia de la luz natural, que para mí es vital, considero que debe tener elementos cambiantes. Hacerla permeable para poder seguir el ritmo de las estaciones. Donde yo viviría más a gusto es en una casa de un solo nivel, no muy grande y con un patio que permita que el verde se introduzca en el interior. Este corazón, un pulmón verde, replica un poco los diseños de las casas durante el Imperio Romano”.
Tres de los 33 retratos de su célebre serie Archiportraits: caricaturas de arquitectos en base a su propia obra.
¿De qué modo ha ido evolucionando tu trabajo?
“Nací con ilustraciones de cuentos de hadas, crecí con los rasgos de los cómics y he madurado con el dibujo arquitectónico. Mi obra ha madurado igual que yo: dando pasos adelante y también alguno para atrás. No me gusta permanecer estático en un estilo. Me parecería estar en una prisión estética. Prefiero progresar, crecer y, sobre todo, ¡cambiar!”.
¿En qué estás trabajando ahora?
“Me aburre hacer solo una cosa, así que estoy con varios proyectos a la vez. Por ejemplo, estoy trabando en varias animaciones mucho más figurativas [su obra suele ser abstracta] y quiero contar en ellas pequeñas historias. También estoy explorando otra disciplina artística: la escultura. Quiero elaborar en cerámica caricaturas de algunos arquitectos”.
Foto de portada: Autorretrato de Federico Babina.
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