Tea House en Pekín. Viaje en el tiempo.
Tras un riguroso estudio de las preexistencias, que hizo a los arquitectos conscientes de la edad del edificio original –el estado de la estructura de madera y el tamaño de los ladrillos grises del ala norte remontaban a tiempos anteriores a la Dinastía Qing; mientras el mal estado de la estructura de madera de las casas situadas a Este y Oeste era señal inequívoca de una anterior remodelación entre 1970 y 1980; y el ala sur no dejaba lugar a dudas de la necesidad de una muy profunda reparación–, la rehabilitación fue acometida de forma selectiva. Un proyecto que no sólo debía tener en cuenta la edad del edificio, sino también su valor financiero e histórico.
Para no comprometer la apariencia histórica del conjunto, la intervención llevada a cabo en el ala norte fue muy sutil y controlada, sustituyendo únicamente las zonas con graves daños por ladrillo. En el ala sur se procedió a la rehabilitación parcial de la azotea y la pared; y las alas Este y Oeste se demolieron para reconstruirse de nuevo con estructura de madera y cubierta a dos aguas.
«El nuevo uso del edificio requiere requisitos mayores de confort que la arquitectura original no podía satisfacer» señalan los arquitectos, conscientes de la necesidad de construir un edificio cerrado y resistente ante las inclemencias del tiempo. Un condicionante que les ha llevado a crear un corredor curvo y con cubierta plana, que conecta los cinco volúmenes originales y genera a una suave transición entre pasado y presente.
«En los edificios tradicionales chinos, la galería es un espacio con una mitad fuera y la otra mitad dentro» explican los autores del proyecto, que han creado una galería sinuosa y cambiante. Un recorrido curvilíneo, que como las ramas de árboles se extiende desde el exterior hasta el interior de los viejos edificios, desdibujando los límites entre los patios y las casas, y transformando la opacidad y estrechez de los patios interiores.
Se genera así un contraste entre la galería, ligera y transparente, y los pesados y oscuros edificios originales, que da lugar a un interesante diálogo entre lo nuevo y lo viejo. Tres patios curvos e independientes, situados en el que era el gran patio original, acompañan el trazado de la galería y permiten que cada salón de té tenga su propio escenario exterior. Una transición entre lo público y lo privado, con planos acristalados a modo de cortinas de vidrio que reflejan el paisaje de bambú y las historia de los edificios que dan vida a esta nueva casa de té.
Fotografía: Wang Ning (cortesía de v2com)