El Bouet, en Valencia. Magia fuera del plato.
Sus propietarios, Tono Pastor y César Lopo, tenían claro el concepto. Como grandes apasionados del diseño, la arquitectura y la gastronomía que dicen ser, querían ofrecer un local donde suceden cosas, donde disfrutar y dejarse envolver por el ambiente. El antiguo El Bouet, en la calle Puerto Rico, se les había quedado pequeño para tamaño objetivo.
Hemos mencionado también el concepto cocina sensorial, pero aquí vamos un paso más allá del término tradicional. Las emociones y las ideas no solo se manifiestan a través de la cocina, sino también mediante el espacio y el tratamiento. Aquí lo vemos en las formas facetadas de los espejos, las luminarias y el mobiliario –diseñado específicamente para el local- los cuales crean reflejos, reflexiones y desdibujan el ambiente.
Son también parte de un lenguaje que sorprende y emociona, a través de una secuencia de espacios, un ambiente industrial, una combinación de materiales – como el mármol y el ladrillo – y la sensualidad de una luz que igual puede mostrarse fría en su conjunto como cálida debajo de ella.
La oscuridad de algunas piezas del mobiliario y de los acabados crean un misterio que se acentúa con los suelos de cemento pulido y las líneas geométricas que imperan en todo el local. La secuencia obtiene un final casi dramático con las grandes mesas de mármol o la cocina totalmente abierta al público.
El juego termina con una tipografía stencil que “desafía las reglas de los manuales de identidad pero que permite una gran variedad de aplicaciones gráficas”, nos cuentan desde el estudio.
La música, el arte expuesto en la galería y los comensales son el resto de ingredientes que hacen falta para que el fin no sea la arquitectura, como opina Esteve. Y también para que, una vez más, Valencia continúe siendo esa ciudad de alma vieja pero que ahora es muy joven.
Fotografías: Alfonso Calza
El Bouet
Gran Via de les Germanies, 34
València