La siesta. El botijo renovado.
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“En mi opinión, La Siesta fue toda una declaración de intenciones y una reivindicación de nuestra cultura. Supuso la reinterpretación y recuperación de un objeto ancestral, sacándolo del ámbito rural para convertirlo en una pieza de la casa contemporánea”, analiza Raky Martínez. Su influencia en el diseño español actual ha sido enorme, y se convirtió además en poco tiempo en un icono contemporáneo. “Me lo regalaron sin saber que yo era uno de los creadores. Fue toda una sorpresa”, recuerda divertido Raky.
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A pesar del fuerte carácter español de esta pieza, La Siesta nació en Londres. “Surgió cuando estábamos estudiando en el Royal College of Arts. Teníamos que hacer un proyecto sobre hábitos saludables”, cuenta Alberto Martínez.
“Nos fijamos en que muchas chicas iban siempre con su botella de agua a todas partes, algo que en cierta forma nos parecía un icono actual”, añade Héctor Serrano.
Precisamente de este choque entre los hábitos modernos –la botella de plástico– y los antiguos –el botijo– surgió la idea de mezclar ambos objetos. “Estábamos explorando la tradición frente a la contemporaneidad. Claramente, La Siesta nació como una metáfora de nuestra propia vivencia y experiencia al trasladarnos de España a vivir y estudiar en Londres”, recuerda Raky. “Así, a partir de dos conceptos antagónicos generamos un nuevo objeto, mezcla de tradición y sociedad de consumo actual”, concluye.
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Héctor, Alberto y Raky llevaron su proyecto a Agost, una población de Alicante famosa por la fabricación de botijos, en busca de un artesano que pudiera ayudarles a hacerlo realidad. Su primera serie constó de 30 unidades, que vendieron y regalaron. “Pero nosotros queríamos que tuviera otra vida”, cuenta Héctor. “Decidimos enseñarle el prototipo a Silvia García, responsable de diseño de La Mediterránea, y ellos comenzaron a producirlo y comercializarlo a una escala mucho mayor”, añade. “Fue un flechazo”, asegura Silvia García. “Como queríamos mantener su esencia de botijo tradicional, continuamos haciéndolo en Agost con artesanos y materias primas tradicionales”, explica.
El botijo La Siesta se convirtió rápidamente en uno de los objetos de diseño español más reconocibles. Según Héctor, “es toda una carta de presentación, porque mucha gente, aunque no estén vinculados al mundo del diseño, lo conoce”.
“Se trata de un producto que es algo más que una pieza decorativa. Es muy social e interactivo, ya que se puede compartir de un modo que homenajea, además, hábitos tradicionales”, reflexiona Alberto Martínez sobre el éxito de La Siesta.
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A principios del año 2013, La Mediterránea cesó la producción de La Siesta debido a cambios internos. Fue entonces cuando Gandiablasco tomó la iniciativa de recuperar este clásico contemporáneo. Muchas de las peculiaridades de esta pieza se encuentran también en la esencia de Gandiablasco, por lo que este encuentro entre la marca valenciana y el botijo tiene un sentido indiscutible. “De alguna manera este producto representa el espíritu mediterráneo de nuestra empresa”, cuenta José A. Gandia-Blasco, presidente de la marca.
“Yo siempre he sido un enamorado de este diseño. Cuando supe que La Mediterránea lo iba a dejar de fabricar nos pusimos en contacto con sus diseñadores para retomar su comercialización”, cuenta José. “Se trata de un objeto con una esencia muy mediterránea, pero actualizado; exactamente igual que los productos de Gandiablasco”, añade.
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Esta nueva edición respeta el diseño original en terracota, aunque ampliando los acabados, ya que la versión natural se ha completado con una gama de colores, por supuesto, muy mediterráneos: blanco, bronce, gris claro, antracita, turquesa y azul cobalto. “A la hora de adaptarlo a nuestra empresa lo único que hicimos fue integrar el logotipo y versionarlo con los diferentes colores de nuestra paleta”, declara José. Cada una de las piezas es única gracias a su proceso de fabricación totalmente manual.
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“A los extranjeros hay que explicarles el producto, porque si no, lo perciben como una botella de plástico pero con una parte superior poco convencional”, cuenta José. “De hecho, cuando comenzó a exportarse la empresa recibió reclamaciones porque filtraba agua y estaba mojado”, recuerda Alberto Martínez. Y es que ésta es precisamente la clave para mantener el agua fresca, pues la humedad se filtra a través de la cerámica porosa y así consigue enfriar el agua interior. “Se tuvieron que incluir unas instrucciones, como por ejemplo poner un plato debajo”, cuenta.
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Gandiablasco está precisamente celebrando este año tres cuartos de siglo de historia. Fue el padre de José quien fundó la empresa en 1941, inicialmente dedicada a la fabricación de mantas. En la década de los 90, empezaron a comercializar mueble contemporáneo de exterior con una fuerte inspiración ibicenca, algo que supuso toda una reinvención de la empresa. Continuaron, no obstante, trabajando los textiles, en particular las alfombras a través de su marca Gan.
Una firma que, sin duda, ha sabido reinventarse a través del paso del tiempo. De hecho, en los próximos meses lanzarán tres nuevas marcas. “La primera de ellas, Espacios Exteriores, estará dedicada a pérgolas y estructuras para espacios complementarios. La segunda, GB Modular, es un proyecto de un sistema con un perfil de aluminio que permite crear diferentes muebles de exterior e interior. Diabla es una apuesta más alejada, una marca más informal y joven con precios más asequibles”, nos adelanta José.
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