Convertir un granero en estudio: Stal Collectief.
El sueño de todo creador es tener un espacio hecho a medida en el que soñar ideas, plasmarlas, poder llevarlas a cabo, y experimentar. Pues es lo que han conseguido Stal Collectief en un rincón rural de Bélgica: su pabellón Hofer es un granero que parte de una tipología clásica y que estos cuatro jóvenes diseñadores (Len de Paepe, Bob Segers, Tim Vranken y Jonas Blondeel) han convertido en un práctico y versátil estudio-workshop.
A pesar de comenzar sus carreras en Malinas, donde forjaron amistad y acuerdos de trabajo, los miembros de Stal Collectief se reparten por diversos rincones del país. Las reuniones telemáticas están a la orden del día, llamadas y mails vuelan para pulir proyectos… Pero en muchas ocasiones es necesario juntarse, sentarse y tomar decisiones… Y trabajar en paz. Uno de los establos de una antigua granja en Heppeneert, una pequeña aldea cerca de Maaseik, es el lugar elegido, por encontrarse cerca del taller, para las sesiones de lluvia de ideas y la discusión y el diseño de nuevos proyectos juntos.
Este refugio experimental imita a los graneros de toda la vida que se pueden encontrar en campos de toda Europa, con tejado a dos aguas y acabado en madera. Tres de las cuatro paredes y el techo se pueden mover, para transformar este taller cerrado en un espacio al aire libre. La estructura se sustenta en diez pilares que además lo elevan sobre el suelo para mejorar las condiciones de aislamiento y las vistas de los alrededores.
De este modo, el estudio dispone de diferentes perspectivas del escenario rural donde se encuentra, que pueden servir de inspiración. El exterior está recubierto por vigas de madera negra tratadas mediante la técnica japonesa del Shou-Sugi-Ban: un acabado contemporáneo, duradero y ecológico gracias a la generación de una capa de carbón.
Las partes móviles lo hacen mediante ocho ruedas de alta resistencia sobre carriles guía, acabados en chapa metálica. Stal Collectief ha conseguido crear así un ambiente que cambia rápidamente: «de un espacio cálido e íntimo, más seguro, podemos pasar rápidamente a una sensación de amplitud en la que dejarse inspirar por la belleza del paisaje», nos explican. Disfrutar de los campos que les rodean fue un aspecto muy importante en el proceso de diseño del pabellón, así que el deslizamiento era la opción más lógica.
«Y seamos sinceros: después de un duro día de trabajo, todo el mundo quiere disfrutar de una cerveza fría en la terraza, al sol y disfrutando de un paisaje hermoso». No podemos estar más de acuerdo.
Hofer actúa también como showroom de los diseños creados por el estudio. Ahora mismo, sin ir más lejos, se puede ver in situ la mesa Akker, de roble y hierro y que no emplea tornillos para su ensamblaje; o los taburetes Mich, inspirados en los que se usan para ordeñar a las vacas, de diseño flat-pack (embalaje plano) y realizados en madera de haya cortada a láser.