Conoce a la ceramista Marre Moerel.
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De un vistazo
Quién: Marre Moerel
Especialidad: objetos de cerámica. Destacan sus luminarias y vajillas.
Dónde: Calle de la Luna, Madrid
“Mis estudios de diseño de mobiliario en el Royal College of Art de Londres y mi puesto como docente en la Parsons de Nueva York han sido claves para despertar mi interés en el diseño. Además, son experiencias que han contribuido en gran medida a desarrollar mi carrera profesional”, dice.
Su llegada a Madrid en 2003, en busca de nuevas fuentes de inspiración, amplió sus horizontes. “Fue entonces cuando decidí establecer aquí mi propio negocio”, cuenta.
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Su estudio en la calle de la Luna, desde donde diseña, produce y vende sus productos, es un espacio luminoso dividido en dos plantas. En la baja se distribuyen sus piezas. La planta superior es para un espacioso taller (en la imagen).
Marre conoce lo bueno y lo malo de haber trabajado en equipo y también en solitario. A día de hoy, confiesa sentirse muy cómoda trabajando sola en su estudio madrileño. “Poder decidir todo en cada fase del proceso de creación, hasta el ultimo detalle, es una inmensa ventaja”. Entre las desventajas, la diferencia en la cantidad de producción a la que puede hacer frente.
“Experimento mucho con los materiales con los que trabajo. La cerámica es complicada y muchas veces no queda exactamente como quieres”, dice. Hay que tener mucha experiencia y conocer sus límites. “Muchas de mis piezas tienen partes muy delicadas, con finas líneas y pequeños detalles. Conseguir este resultado con la cerámica requiere muchas horas de trabajo, pero me encanta y sigo aprendiendo”.
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Entre cientos de accesorios, Marre trabaja montando una de sus delicadas lámparas de la colección Spore.
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En pleno centro de Madrid, la tienda-taller está por debajo del nivel de la empinada calle. Tres escalones desembarcan en un espacio abierto en el que se exponen sus piezas. Marre vive a dos minutos de aquí.
Las lámparas colgando en el techo es de la serie Diamond, producida y distribuida por la propia diseñadora. Estás hechas de cerámica de barro y cuentan con una iluminación fluorescente.
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Marre encuentra grandes diferencias entre el diseño europeo y el español. “En Holanda, el clima hace que la gente pase mucho tiempo en casa, por lo que invierten mucho en ella. El diseño es algo por lo que están dispuestos a pagar. En España hay otra cultura… aún queda mucho para equipararse con otros países europeos, pero está evolucionando poco a poco. Para mí ha sido muy interesante participar en este cambio”, confiesa.
Temas tan dispares como la naturaleza, la comida española, los órganos animales o la biología inspiran su trabajo. Las escaleras conducen al taller.
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“Una de las cosas que más me impresionó al llegar a España fue la naturalidad con la que se venden lenguas, riñones e hígados en las carnicerías. Fue algo tan impactante que decidí plasmarlo en mi serie Food on the Table”. Para ella, la venta de vísceras, habitual en los mercados españoles, era algo grotesco y a su vez interesante.“Somos carne y quiero recuperar esa realidad que a veces intentamos esconder. Al fin y al cabo, somos lo que comemos”, dice.
Para crear los moldes de la serie Food on the Table, Marre compró casquería, la diseccionó, congeló, fotografió…
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“Muchos de mis proyectos surgen de cosas que no entiendo, como La serie Biology. Me gustan las matemáticas, la ciencia y la biología, pero hay muchos temas que no controlo y que me suscitan mucha curiosidad. El proceso suele ser parecido: una pregunta sin respuesta, meses de investigación y finalmente me pongo manos a la obra. Mi inquietud acaba siendo un diseño”, dice Marre.
Más allá de lo funcional, la estética es primordial en sus diseños. “Lo ideal es encontrar la combinación de ambas –dice– y lo interesante es tener un producto que, aunque no esté en uso, sea bonito igualmente. Como ocurre con una lámpara o un florero: objetos que tienen esa doble función”, continúa.
Sobre el auge de lo artesanal, Marre opina que es una respuesta anti-tech por parte de la sociedad actual.
“En general, buscamos calidez en los objetos que nos rodean. ¿Dónde puede haber más calidez que en un producto hecho por nosotros mismos?”, concluye.
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