Restaurante Orgaz: sobriedad y cercanía en el norte de Madrid.
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Por la propia configuración del local, la primera estrategia a la hora de abordar el proyecto del restaurante fue establecer una estructura clara de espacios servidos y servidores. La anterior distribución no establecía jerarquías ni aprovechaba al máximo las cualidades lumínicas y visuales que el propio establecimiento tiene.
Para ello se estructuró de la siguiente manera: por un lado se dispuso un volumen puro adosado al interior que aloja todos los servicios propios del restaurante (barra, cocina, cámaras, almacén, vestuarios y baños) e integra todos los elementos estructurales, al mismo tiempo que libera la fachada del local en su totalidad.
El volumen contenedor de los servicios se desarrolló mediante una gran estructura permeable de madera maciza compuesta por elementos verticales y horizontales, a modo de pórticos, que lo modulan a lo largo de su perímetro, creando los accesos y relaciones visuales entre su interior y la sala.
Lamas giratorias permiten controlar el grado de comunicación visual entre barra – sala y cocina – sala. No obstante también alberga, bajo el vuelo de esos pórticos, diferentes espacios para clientes. En los puntos en los que se generan los accesos al interior, el volumen baja a modo de estantería estableciendo puntos de apoyo al personal.
El resto del espacio del local, siempre a lo largo de la fachada acristalada, genera diferentes espacios públicos, cada uno con su propio carácter, siguiendo la siguiente secuencia: sala de bancos corridos y mesas redondas, espacio de barra, recepción, sala, salón, sala y por último un reservado protegido por la propia estructura de madera.
Destaca la barra del local por su contundencia: su frente y sobre se han realizado con mármol blanco, articulado con los pies y friso de madera del volumen general.
La manera de establecer el uso de los materiales sigue la lógica de la idea generadora del proyecto. Fuera del volumen de servicios se han usado suelos de tarima de roble, de modo que nunca contacten ambas madera.
En su interior, en el área pública, se ha tratado la proyección vertical del mismo con un mosaico hexagonal blanco. Una cenefa del mismo material pero en color y formato diferentes realiza la transición entre la madera y el mosaico vítreo, al tiempo que indica mediante palabras el uso de los espacios a los que da acceso.
Un techo textil completa el espacio, otorgando una nueva gama cromática y un acondicionamiento acústico al mismo.
Cabe destacar la fachada compuesta y modulada por carpinterías correderas plegables, permitiendo abrir por completo todo el local a la calle, potenciando el carácter urbano y abierto del negocio. Sobre las mismas, unos cuarterones de madera de elondo rematan la fachada con una estética que relaciona el interior con el exterior.
Fotografías: © Orlando Gutierrez