Obras de arte y muebles de los ’60 en una gran masía del Empordà.
La comarca del Empordà en Girona está salpicada de bellos paisajes y masías. En una de ellas, el estudio Francesc Rifé ha culminado esta espectacular rehabilitación. Una masía rural que encierra una cuidada combinación de épocas y estilos, una caja de sorpresas que desvela un inesperado diálogo entre el arte y los clásicos del diseño.
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Se trata de una antigua masía construida a principios del siglo XX que combina la arquitectura rural típica del Empordà, con mobiliario de los años 50 y 60 –los autores muestran su fascinación por las creaciones de Jean Prouvé y Charlotte Perriand– y diversas obras de arte, puesto que el edificio se utiliza también como galería.
El uso del blanco como color predominante en el interior de la nueva masía hace que las piezas de mobiliario y de arte destaquen todavía más. A ello ha contribuido también la eliminación de elementos superfluos y el uso principal de microcemento claro para el tratamiento del suelo.
Únicamente en el edificio anexo se ha utilizado madera unificándolo con el estuco de las paredes buscando el monocromatismo blanco utilizado en todo el interior.
El estudio ha incorporado un material como el hierro con acabado pavonado, que contrasta con otros elementos más orgánicos de la vivienda como la piedra antigua y la cal blanca de las paredes. El nuevo material se ha incorporado en las aperturas del exterior, el mobiliario de cocina, el nuevo vestidor y el dormitorio y baño principales.
En la planta baja del edificio principal se encuentra la sala de estar-galería, la cocina y varias zonas de descanso. En el piso superior se ubican dos habitaciones de invitados a las que se accede a través de un distribuidor en el que se ha colocado un paramento que hace las veces de vestidor-guardarropía.
En esta planta también se ubica el dormitorio principal al que se accede pasando por un baño que se ha proyectado en mármol de Calacatta como una caja independiente a la estructura.
El imponente lavabo de chapa se sitúa sobre revestimiento de espejo. El acceso al baño está flanqueado por un vestidor que aprovecha puertas antiguas de madera natural desde el que se accede también a un pequeño estudio de trabajo.
Varios escalones conducen a la habitación principal con cabecero de chapa de hierro como elemento protagonista en este dormitorio casi monacal con salida a terraza. En el piso superior se ha mantenido el pavimento original de adobe rústico.
Si el interior es impresionante, el exterior no es menos imponente. A la antigua masía se le han practicado varias aperturas a modo de ventanales para establecer un mayor diálogo exterior e interior. De hecho, el exterior tiene un papel fundamental para entender el proyecto. También se han radicalizado las funciones originales de este palacio rural de principios del siglo XX.
Un porche ondulado unifica el edificio central con el edificio construido posteriormente y que hace las veces de espacio para los invitados.
La pérgola da acceso a ambos edificios y bajo la misma se ubica una mesa de importantes dimensiones que se convierte en el comedor de la casa durante el buen tiempo.
Fotografías de Fernando Alda.