Al tun tún; la ‘tramoya’ de Sandra Tarruella Interioristas en un bistró de Valencia.
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El interior del local también invitaba a ello. Ubicado en un antiguo garaje, el espacio es diáfano, de gran altura y con un pequeño altillo abierto a doble espacio y perfecto para situar la cocina justo debajo, convirtiéndola – como buen bistró – en el elemento central, pues queda visible desde todas las mesas del alrededor. Tal es así que la barra, que funciona como nexo de unión entre la cocina y el comedor, se ha diseñado más baja para facilitar la conexión entre los espacios.
La clave para darle el ambiente de bistró pero sin que resultase vintage reside en el equilibrio de los materiales escogidos por Ricard Trenchs y Elsa Noms, los responsable de proyecto, así como un juego entre lo nuevo y lo viejo, el cual llega a su auge en la escultura de luz que forma la iluminación.
Así pues, el exterior recuerda a los establecimientos de e este tipo del siglo pasado a través de grandes ventanales, carpinterías de color verde y los toldos verdes, que remarcan los huecos de la fachada.
Dentro, por su parte, el confort y la calidez de los bistrós aparecen en los suelos de madera de roble rústico, que sube por las paredes de gran altura, la elegancia clásica que aportan el blanco y el negro, así como los acabados en latón y mármol.
Destaca la cocina, a la que el estudio describe como una “isla de mármol blanco”; la barra, con un sobre de piedra negra y el frontal forrado con las persianas del local anterior; la escalera de madera desgastada, también original; la mesas de madera de mongoy; y el remate del latón en los cantos de las mesas de piedra, en las que se juega con el blanco, el negro y el gris.
En cuanto al mobiliario, no podían faltar los taburetes o el recurso de combinar diferentes tipos de silla de madera, en este caso tapizadas en blanco y negro.
Y luego viene la parte moderna, la que aporta sobriedad y actúa como elemento clave y diferenciador, hasta el punto de convertirse en un elemento escénico. Se trata, como decíamos, de una instalación de 57 lámparas de vidrio pintado, suspendidas del techo a modo de tramoya.
Las bolas de vidrio potencian la altura del local y actúan de reclamo en el exterior. Tienen distintas dimensiones y se han pintado parcialmente para focalizar la luz.
Los cables negros bajan hasta las lámparas tensados verticalmente, a modo de filtro visual, pero recorren los techos “como un enjambre desordenado y caótico”. O sea, al tun tún, como el nombre del restaurante.
Fotografías: Sandra Tarruella Interioristas
Al tun tún Pza. de América, 4 Chaflán C/ Sorní Valencia, 46004