Lelédacuca, muy mal de la cabeza: diseñan con calidad material y entorno.
Bea y Xoan, alma mater de Lelédacuca (o que está mal de la cabeza, en gallego y portugués), se conocieron trabajando en Sargadelos y decidieron dar rienda suelta a sus ideas creando su propia marca, «partiendo de la cuestión de si hay que rediseñar útiles que funcionan». Así, han ido creando objetos en ediciones limitadas, encuadrados en su modo particular de entender la vida cotidiana.
Los objetos útiles y singulares que componen el catálogo de Lelédacuca han sido fabricados controlando todo el proceso de fabricación como elemento clave a la hora de determinar la calidad material de nuestros diseños. Las lámparas Voltaxe y Dalús, que mezclan materiales tan diferentes como la madera, la loza y el hilo, muestran ese contraste en el que destacan las diferentes texturas y la riqueza de cada uno de ellos.
Diseños útiles, con significado, que funcionan para perdurar en el tiempo y que alternan la tradición del país con originalidad aportada desde el diferente punto de vista del artista. Un ejemplo claro es la colección Caldereta: un bolso tejido con retales al que se le ha sumado un asa «de caldereta», para jugar con la sensación de agarrar un complemento totalmente dislocado.
El entorno es el recurso expresivo fundamental, incorporando elementos que forman parte del paisaje que nos rodea, entendiendo el paisaje de un modo global, en el que se entrelazan los espacios y los tiempos, para ofrecer objetos que aporten innovación y memoria. La colección de joyas obtenidas a partir de la erosión de los cristales de un basurero en la playa de Cabo Silleiro, que le da nombre, interpreta a la perfección esta idea.
Para la cocina, han creado dos colecciones con la utilidad por bandera: los cuchillos Matalafame, de corte bifaz; y los recipientes Pementos, para elaborar conservas al baño maría.
Puedes adquirir estos productos y otros de su colección en la web de Lelédacuca.