Oscar Tusquets brinda una mágica experiencia a los usuarios del metro napolitano.
La inspiración, el leitmotiv del proyecto, surgió de la primera visita de Oscar Tusquets al emplazamiento, cuando las obras de ingeniería apenas habían comenzado. Al arquitecto le impresionó la grandeza piranesiana del enorme pozo, de más de 40 metros de profundidad y pensó que sería mágico que los viajeros procedentes de los trenes fueran capaces de sentir la profundidad del espacio y vislumbrar la luz del sol, y que en la plaza fueran capaces de inclinarse sobre el parapeto y ver pasajeros a 37 metros (cerca de 12 plantas) por debajo de ellos, algo sorprendente y vertiginoso.
La otra gran idea del proyecto también surgió relacionada con la inusual profundidad de la estación y el hecho de que casi la mitad de ella estuviera por debajo del nivel del mar. De esta manera, el área situada sobre el nivel del mar da la impresión de estar como excavada en la roca, mientras que la inferior parece hundirse en el mar. El pavimento y los muros del nivel superior se han realizado en piedra natural, y el descubrimiento casual de los restos de un muro aragonés en medio de la sala de entrada acentúa la imagen deseada de excavación.
Las zonas «bajo el agua» están totalmente revestidas con un mosaico vítreo azul. De esta forma, por encima, todo es terroso y mate, mientras que abajo todo es azul, brillante y vibrante.
Esta dicotomía se ha visto acrecentada por las obras de los dos artistas que han colaborado también en el proyecto. Ambos son apasionados de la arquitectura, excelentes paisajistas, y esto se ha hecho evidente en la intensa colaboración y en el resultado final.
En las áreas «excavadas«, el artista sudafricano William Kentridge ha realizado dos espléndidos murales sobre temas napolitanos en mosaico de piedra.
En la zona «acuática» el artista norteamericano Bob Wilson ha instalado, una frente a otra, dos larguísimas vistas de la orilla del mar, cuyas olas parecen moverse sutilmente cuando uno camina a lo largo de la galería.
Wilson también desempeñó un papel fundamental en la iluminación del cráter. Oscar Tusquets insistió que a pesar de que la apertura en la parte superior era bastante pequeña (alrededor de un metro y medio cuadrado) y muy elevada, la luz mediterránea que penetraría sería claramente discernible de la de «los fondos marinos». El metro funciona durante más horas que las iluminadas por el sol, por lo que la estación no podía tener un sórdido y oscuro cráter, había que iluminarlo. Para evitar deslumbramientos se incorporaron luminarias LEDs en la superficie del cono.
Wilson creó un programa que se encarga de coordinar el color y la intensidad de cada LED en el tiempo, de modo que los viajeros regulares ven un espectáculo diferente en cada viaje.
La luz natural penetra en el entresuelo de la estación a través también de tres claraboyas. El techo de esta área del vestíbulo es de color negro, pero el blanco de las claraboyas se derrama en formas aleatorias que recuerdan a ciertas figuras de Dalí o Hans Arp. Estas claraboyas iluminan el interior, y permiten a los viajeros a vislumbrar el muro aragonés y el mural de Kentridge .
Además de las obras subterráneas el estudio también se ha encargado del diseño de la zona situada al final de la Via Diaz, que ahora se ha convertido en una gran plaza peatonal, y ofrece calma frente a la siempre bulliciosa Via Toledo.
Dos de los tres pozos de luz que iluminan el entresuelo se alinean con las pequeñas calles que penetran en el Spagnoli Quartieri. Para los que vienen procedentes de ellas, las bocas hexagonales de estos «pozos» son heraldos de la estación y de la gran plaza.
En el lado sur se han diseñado unas sombrillas que protegen los puestos del mercadillo callejero que antes estaban dispersos a lo largo de las aceras. Sus ligeras cubiertas están compuestas de «pétalos» que se superponen unos sobre otros de forma aleatoria, ya que se adaptan a la pendiente de la plaza: asemejándose más a un bosque que a una pérgola.
En un podio de piedra en la parte superior de la plaza, junto a la Via Toledo, se encuentra una magnífica estatua ecuestre en acero Cor-Ten de William Kentridge .
© Estudio Giovanni
La pavimentación, organizada a través de bandas mármol travertino, es de piedra volcánica en las zonas de circulación y de adoquines cerámicos, más cálidos y delicados, en las áreas de descanso.
