Fundido a negro: un monasterio dominico se actualiza como centro cultural por el estudio esloveno Enota.
En la nave principal, el color blanco predomina en la arquitectura previa mientras que para la hilera de butacas y el nuevo escenario se ha optado por el negro. Esta demarcación de los estilos por colores se complementa a la perfección y además facilita el protagonismo compartido entre lo antiguo y lo agregado por Enota, elementos principalmente de color negro no sólo en esta nave sino también en el resto de las dependencias.
A los asientos se accede por una impresionante escalera, por supuesto de color negro.
Esta escalera angulosa deja ver los entresijos de la elevación de la hilera de butacas, así como vestigios de todas las eras y usos por los que el convento ha ido pasando, desde la época medieval hasta la gótica y barroca.
Tras la disolución del monasterio a finales del siglo XVIII hasta que se decidió convertir en centro cultural, el templo sirvió además como cuartel, hospital, museo y viviendas sociales, entre otras cosas. El monasterio había sufrido por tanto múltiples divisiones en su interior para albergar todos estos usos, cuyas huellas han sido dejadas también a la vista.
No sólo la nave principal va a servir como escenario de congresos, conferencias, conciertos y representaciones; también otras dependencias anexas han sido rehabilitadas por Enota para albergar otros eventos más pequeños.
Fotos: Miran Kambič