Visto en El País: La crisis rediseña a Mariscal
Visitar a Javier Mariscal en su estudio barcelonés de Palo Alto, en Poblenou —»un barrio de fábricas y anarquistas», señala con orgullo— es un ejercicio saludable en estos tiempos de crisis salvaje y desarticulación social, y lo que es peor, según él, «de superficialidad generalizada». Hay en este espacio una fórmula mágica y se agradece: no hay dobleces aquí, solo talento y sencillez al servicio de crear una vida más bella y placentera y por encima de eso la voluntad de reinventarse cuantas veces haga falta, pero nunca a costa de traicionar lo que uno es, un matiz importante cuando las cosas vienen mal dadas. Y no nos engañemos. No son buenos momentos estos, ni para Mariscal ni para nadie, pese a las celebraciones y los aniversarios.